El escritor y crítico de cine colombiano Hugo Chaparro Valderrama, autor de varias novelas, libros de cuentos y ensayos, ha cubierto el Festival Internacional de Cine de Toronto desde 1993. Lo hace por primera vez para la Cero y en condiciones únicas. Calienta motores y nos antoja de los días por venir. ¿Con qué se encontrará en este ensayo de festival ubicuo?
Una contradicción de términos: hacer del cine un arte para solitarios en el mundo doblegado a la pandemia. Suponer al público de un festival en distintas geografías, viendo las mismas películas, sin celebrar los encuentros que han hecho del cine un ritual gregario por el que es posible imaginar que la democracia existe.
Así ha transcurrido el 2020: haciendo de la distancia la única forma que tenemos para encontrarnos. Una ilusión que es posible cuando la tecnología, aunque limita el mundo a la superficie lisa y rectangular de los computadores, ayuda a que nos veamos aunque estemos a kilómetros.
El Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF) asumió la paradoja y enfrentó los trastornos de la realidad para hacer posible el evento gracias a las invenciones del universo virtual.
Desde el mes de marzo, cuando se inició la cuarentena masiva en el mundo occidental, luego de que en Wuhan se le advirtiera al resto del planeta del caos que se aproximaba, la organización del TIFF cerró sus oficinas y asumió una estrategia de exhibición a la manera de las videotecas virtuales.
Apoyado por SHIFT72 –“the best in online video streaming”, anuncia la página de la compañía neozelandesa–, y con la experiencia del Festival de Cannes, que acarició el sueño de celebrar en medio de la peste las vanidades del talento en la alfombra roja más publicitada del mundo, el TIFF implementó una plataforma para vencer el distanciamiento social.
Al contrario de los Juegos Olímpicos de Tokio, los partidos de fútbol, las aglomeraciones en los estadios de béisbol, la épica ciclística del Tour de Francia, imposibles con los espejismos de madame Internet cuando el deporte sólo existe en el campo de acción de su despliegue físico, el desarrollo tecnológico, que ha entronizado a la imagen a niveles planetarios, permitió que el TIFF 2020 fuera un hecho.
A pesar de una reducción considerable en su programación, la fiesta será desde el 10 hasta el 19 de septiembre. No tendrá la dimensión inabarcable de otras ediciones, cuando se han presentado cerca de 300 títulos. Aún así, los 50 largometrajes seleccionados este año, los cinco programas de cortometrajes, las charlas con realizadores y las sesiones de preguntas y respuestas habituales luego de una proyección, permitirán que nos acerquemos a la energía creativa de una industria que, a pesar del confinamiento, continúa filmando sus ilusiones hechas realidad en una pantalla.
Aparte de que el TIFF se ha convertido en una vitrina que anticipa con su promoción a las películas más opcionadas para la temporada de las premiaciones en las fiestas autocelebratorias de la industria, el público es la estrella del festival.
Además del mundo paralelo de la comunidad virtual, en Toronto se habilitaron varios auditorios, rigurosamente protegidos por códigos sanitarios, que durante los primeros cinco días del TIFF le permitirán al público suponer el regreso a la normalidad, agregándose a la experiencia de la sala, con el sonido y el brillo a plenitud de la pantalla, la garantía del distanciamiento en los espacios alternos de los autocines.
Es un momento en el que la solidaridad entre los festivales se hace más que nunca necesaria. Su competencia es ahora un asunto suspendido momentáneamente si se trata de prevalecer. Cameron Bailey, director artístico del TIFF, y su directora ejecutiva, Joana Vicente, destacaron la colaboración que tuvieron este año de festivales como el Reel Asian International Film Festival e Inside Out de Toronto, así como también de los festivales de Venecia, Nueva York y Telluride.
Durante una charla virtual, organizada por el Festival de Cine de Woodstock, el director Ira Sachs, el guionista Oren Moverman y el productor Bill Horberg manifestaron su preocupación por la forma como la pandemia afectaba sus trabajos. ¿Cuándo podría reunirse nuevamente un equipo de rodaje con la seguridad de que nadie se contagiaría? Sin duda, el más afortunado de los tres era Moverman: el trabajo solitario de escribir recompensa a los que día tras día construyen una ficción que no requiere multitudes.
Aún así, veremos estos días evidencias creativas que conjuran las tragedias del Planeta Covid. En un mundo amenazado por la muerte, la vida continúa en la pantalla.
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TIFF (01) - THE TIMES THEY ARE A-CHANGIN
El escritor y crítico de cine colombiano Hugo Chaparro Valderrama, autor de varias novelas, libros de cuentos y ensayos, ha cubierto el Festival Internacional de Cine de Toronto desde 1993. Lo hace por primera vez para la Cero y en condiciones únicas. Calienta motores y nos antoja de los días por venir. ¿Con qué se encontrará en este ensayo de festival ubicuo?
45° Festival Internacional de Cine de Toronto
Septiembre 10–19 / 2020
The Times They Are a-Changin
Hugo Chaparro Valderrama
Laboratorios Frankenstein©
Enviado virtual a Toronto
Una contradicción de términos: hacer del cine un arte para solitarios en el mundo doblegado a la pandemia. Suponer al público de un festival en distintas geografías, viendo las mismas películas, sin celebrar los encuentros que han hecho del cine un ritual gregario por el que es posible imaginar que la democracia existe.
Así ha transcurrido el 2020: haciendo de la distancia la única forma que tenemos para encontrarnos. Una ilusión que es posible cuando la tecnología, aunque limita el mundo a la superficie lisa y rectangular de los computadores, ayuda a que nos veamos aunque estemos a kilómetros.
El Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF) asumió la paradoja y enfrentó los trastornos de la realidad para hacer posible el evento gracias a las invenciones del universo virtual.
Desde el mes de marzo, cuando se inició la cuarentena masiva en el mundo occidental, luego de que en Wuhan se le advirtiera al resto del planeta del caos que se aproximaba, la organización del TIFF cerró sus oficinas y asumió una estrategia de exhibición a la manera de las videotecas virtuales.
Apoyado por SHIFT72 –“the best in online video streaming”, anuncia la página de la compañía neozelandesa–, y con la experiencia del Festival de Cannes, que acarició el sueño de celebrar en medio de la peste las vanidades del talento en la alfombra roja más publicitada del mundo, el TIFF implementó una plataforma para vencer el distanciamiento social.
Al contrario de los Juegos Olímpicos de Tokio, los partidos de fútbol, las aglomeraciones en los estadios de béisbol, la épica ciclística del Tour de Francia, imposibles con los espejismos de madame Internet cuando el deporte sólo existe en el campo de acción de su despliegue físico, el desarrollo tecnológico, que ha entronizado a la imagen a niveles planetarios, permitió que el TIFF 2020 fuera un hecho.
A pesar de una reducción considerable en su programación, la fiesta será desde el 10 hasta el 19 de septiembre. No tendrá la dimensión inabarcable de otras ediciones, cuando se han presentado cerca de 300 títulos. Aún así, los 50 largometrajes seleccionados este año, los cinco programas de cortometrajes, las charlas con realizadores y las sesiones de preguntas y respuestas habituales luego de una proyección, permitirán que nos acerquemos a la energía creativa de una industria que, a pesar del confinamiento, continúa filmando sus ilusiones hechas realidad en una pantalla.
Aparte de que el TIFF se ha convertido en una vitrina que anticipa con su promoción a las películas más opcionadas para la temporada de las premiaciones en las fiestas autocelebratorias de la industria, el público es la estrella del festival.
Además del mundo paralelo de la comunidad virtual, en Toronto se habilitaron varios auditorios, rigurosamente protegidos por códigos sanitarios, que durante los primeros cinco días del TIFF le permitirán al público suponer el regreso a la normalidad, agregándose a la experiencia de la sala, con el sonido y el brillo a plenitud de la pantalla, la garantía del distanciamiento en los espacios alternos de los autocines.
Es un momento en el que la solidaridad entre los festivales se hace más que nunca necesaria. Su competencia es ahora un asunto suspendido momentáneamente si se trata de prevalecer. Cameron Bailey, director artístico del TIFF, y su directora ejecutiva, Joana Vicente, destacaron la colaboración que tuvieron este año de festivales como el Reel Asian International Film Festival e Inside Out de Toronto, así como también de los festivales de Venecia, Nueva York y Telluride.
Durante una charla virtual, organizada por el Festival de Cine de Woodstock, el director Ira Sachs, el guionista Oren Moverman y el productor Bill Horberg manifestaron su preocupación por la forma como la pandemia afectaba sus trabajos. ¿Cuándo podría reunirse nuevamente un equipo de rodaje con la seguridad de que nadie se contagiaría? Sin duda, el más afortunado de los tres era Moverman: el trabajo solitario de escribir recompensa a los que día tras día construyen una ficción que no requiere multitudes.
Aún así, veremos estos días evidencias creativas que conjuran las tragedias del Planeta Covid. En un mundo amenazado por la muerte, la vida continúa en la pantalla.
Foto destacada por Connie Tsang.
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