RM: Llegué al cine primero de forma natural o cotidiana. Empieza simplemente como algo que se veía en mi casa, a partir de ahí se vuelve como un juego ver películas, jugar a las películas con mis primos. Jugábamos a hacer películas, las grabábamos con una cámara súper VHS. Y lo que comienza como un juego evoluciona a hobbie y termina volviéndose una pasión. Pero no tiene un punto de partida, es un proceso que se construye con el tiempo. Además, soy hijo de una generación que se crió frente a una pantalla, entonces no me fue ajeno el lenguaje audiovisual como tal. Obviamente, más adelante en la adolescencia, el reto es cómo lograr desarrollar esta carrera y vivir de esto. La forma de llegada fue tan natural como todos los procesos que están alrededor de la crianza. Además, en mi casa siempre se respiró mucho arte. Mi madre es anticuaria decoradora, mi padre pintor, músico, gestor cultural, en fin. Siempre fue parte de mi universo. Desde muy niño iba a festivales de cine, en Cartagena. Mi cinemateca fue el Festival de Cine de Cartagena, mejor dicho. Entonces siempre estuvo ahí y fue como la decisión más lógica si uno une los puntos de los eventos de la vida
CVC: ¿Dónde te formaste como cineasta?
RM: Me formé en Nueva York y en España, tuve la fortuna de poder estudiar en ambos sitios. Pero, sobre todo, me formé en salas de cine. En filmotecas, cinematecas, clubes, videotiendas… creo que la principal formación es la cinefilia. Es ver, ver, ver y luego hablar. Ver y hablar sobre cine es de las principales pasiones formativas de la profesión.
CVC: Perteneciste a la Nueva Ola del Caribe, háblanos de esa experiencia y de lo que significó para tu carrera como cineasta.
RM: Bueno, en ese momento, haber sido parte de (digamos que) La Ola del Caribe era un motivo de orgullo. Sobre todo, en una profesión donde los realizadores tienden a ser roles muy solitarios en el proceso. Entonces pertenecer o ser parte de algo de alguna forma le da fortaleza a uno, le da confianza. Es como ser parte de una familia. Siempre hay una pretensión del cineasta, lo acepte o no, de querer ser parte de una historia, dejar un relato que trascienda el paso del tiempo. Entonces este tipo de agremiaciones donde la gente se reúne ayuda de alguna manera a visibilizar esta historia. A visibilizar la historia del cine del caribe, que yo creo que es una labor que tenemos pendiente entre muchas. Poder visibilizar nuestro trabajo, darle importancia.
CVC: De esta generación, ¿quiénes han influido o apoyado tus trabajos posteriores?
RM: De esta generación me he mantenido en contacto, sobre todo, con Roberto Flores y con Iván Wild, que son dos cineastas que respeto y admiro mucho, y para mí siempre han sido como referentes cercanos.
CVC: ¿Percibes que la relación entre cine y televisión es positiva para los procesos de producción que emprendes? ¿Te ha resultado útil en tu trabajo?
RM: Creo que el cine y la TV son muy diferentes. No me gusta asociarlos. Creo que ambos, si bien comparten un lenguaje audiovisual y la pretensión de poder contar historias o expresar ideas, tienen fines y formas muy distintas. Obviamente se nutren entre sí y se cruzan, pero son entes totalmente independientes, por decirlo así. Por mucho que la TV ahora esté tratando de acercarse mucho el cine. El cine no solo es la ejecución, también es la forma de verse. Yo creo que la experiencia de la sala nunca va a ser ni cercana, ni igualada por la televisión. Entonces sí hay cierta… no solamente mística, sino técnicamente hay una experiencia sensorial totalmente distinta en el cine y en la televisión. Obviamente, como son primos, están todo el tiempo en conversación, en diálogo, nutriéndose, peleándose. Yo creo que las obras son cuando se proyectan, cuando se ven. Es en la experiencia del espectador donde realmente existe la película o la serie, y que ambas tengan una forma tan diferente de ser percibidas las aleja bastante.
Obviamente todo lo que he hecho en cine publicitario, series, mis películas. Todo lo que he hecho hace parte de una construcción de errores, de aciertos; es un aprendizaje constante. Lo que he hecho y lo que no he hecho también, todo el papel. Todo eso hace del proceso. Entonces sí me ha sido útil, claro que me ha sido útil. Pero también hace parte de como uno suma las cosas, yo hago útil lo que a mi me ha tocado vivir y le doy como un sentido a esas experiencias para tratar de mejorar.
CVC: ¿Te parecen las instituciones colombianas existentes suficientes para que los cineastas puedan producir sus películas?.
RM: En el tema de las instituciones colombianas… Nunca van a ser suficientes, cada vez hay más cineastas. Yo me sentaría más en los espectadores que en las instituciones. En la medida en que la gente quiera ver más cine, va a ver más necesidad de hacer más cine. Pero en este momento el cine que estamos haciendo no pareciera ser atractivo para el espectador. Entonces concentrémonos en hacer un cine que no solamente seduzca a los festivales, sino que atrape a un público. Ese me parece que es el reto actual. Siempre se pueden fortalecer las instituciones. Creo que a nivel local y regional se puede hacer mejores cosas. Creo que las convenciones fílmicas de cada sitio tienen unos retos interesantes para conseguir más recursos, facilidades… Y promover también la producción desde lo local, lo regional, que es donde yo creo que tenemos también la oportunidad de contar nuevas voces, no solamente las que logran acceder a los recursos que se dan desde la capital.
CVC: Ahora te encuentras en Bogotá, ¿Es más fácil producir cine desde el centro del país? ¿Qué ventajas ofrece el centro frente a las demás regiones?
RM: Y sí. Vivo en Bogotá en parte porque hay una industria que me permite vivir de filmar y acá tengo de cierta manera, acceso a talento y oportunidades; acá vive mucha gente de todo el país de la cual aprendo mucho, muchos profesionales de todas partes. Digamos que de alguna manera el plan ha sido llevarme los recursos de la capital hacia la costa precisamente por lo que te había dicho. Está siendo más difícil desde las regiones financiar los proyectos. Ese es el reto que tenemos.
CVC: ¿Cómo llegaste a la historia de tu primera película, El Piedra?
RM: Llego a esta película uniendo temas que me interesan. Quería hacer un retrato de un perdedor, el universo del boxeo lo encontraba fascinante a nivel narrativo, cinematográfico, inclusive literario; y como aspecto casi que sociocultural de nuestro ADN como personas del caribe colombiano. Mucha gente hace parte de él (del proceso). Alejandra Quintero, mi socia, es vital porque es de las personas que creyó en el proyecto desde el comienzo. Este proyecto se hace básicamente por el apoyo de Proimágenes, fuimos ganadores del estímulo a desarrollo de guión y ganadores al de producción. En ese orden de ideas, la película nace principalmente por el FDC y en el camino encuentra entidades valiosas como Cine Colombia, Hangar, Hotel Bellavista… en fin hay muchas personas y empresas que se me podrán pasar, pero esto es un esfuerzo colectivo de amigos, familiares, soñadores y que nace gracias a los estímulos del FDC.
CVC: ¿El proceso de producción de la primera te ha servido para afrontar el de la segunda?
RM: Pasan muchos años para poder hacer la primera, y en el transcurso de eso años ya uno va cocinando como ideas de una segunda. Entonces en este momento hay varios proyectos que estoy tratando de que cada uno se abra camino propio y que sea cada proyecto el que se gane su espacio. Los estoy enviando a convocatorias, a fondos. Y en la medida en que los proyectos vayan encontrando financiación, pues se irán haciendo.
Casi que no decido yo cuál será mi segunda. Lo irán decidiendo los jurados de los fondos. A medida que encuentre los recursos, uno le va enfocando la energía a lo que venga. Ahí tengo como varios proyectos y espero que de aquí a un año tenga claro como a cuál se le dará prioridad.
CVC: ¿Es suficiente la formación en el talento humano y la empresas relacionadas con el cine y el audiovisual en el país?
RM: El talento humano está. Yo creo que estamos es madurando un proceso, principalmente en la parte de producción, distribución, exhibición. Desde la concepción de los proyectos, es lo que nos hace falta como fortalecer, pero yo creo que estamos en un punto en el que hay talento, hay todo tipo de historias para muchos públicos, una diversidad importante de voces; pero la gente no lo está percibiendo así ni nosotros lo estamos proyectando de una forma en que la gente lo pueda sentir así.
CVC: ¿Las empresas de distribución y exhibición están funcionando, cuál ha sido tu experiencia?
RM: La distribución de la exhibición está funcionando parcialmente porque el público también está cambiando de manera radical, no en Colombia, en el mundo; entonces no es un reto solamente nuestro, está ocurriendo en todos los países. Las grandes películas, por ejemplo de superhéroes, son las que están como abarcando las salas. Y yo creo que ahí tenemos la responsabilidad de contar otras formas de presentar nuestros proyectos, otras formas de llegarle al público de cada película. Pero yo creo que es una pregunta que sigue abierta y no le hemos encontrado la respuesta y el que la encuentre, le va a facilitar la vida a muchas personas, muchos proyectos. Entonces yo diría que, por un lado, las reglas están claras, lo que tenemos es que buscar la forma de romperlas. Porque claramente un producto audiovisual no debe estar solamente circunscrito dentro de un centro comercial, un multiplex; donde, por lo general las necesidades del público son otras. Dentro de un centro comercial encontramos planes de consumo, entretenimiento… y no necesariamente culturales. Uno va a un centro comercial a comerse una hamburguesa, a jugar las maquinitas, a comprarse algo, matar el tiempo viéndose una película que lo entretenga, lo distraiga. Y eso es válido, pero no le está dejando espacio a otro tipo de cine, se ha perdido la sala de barrio y la sala con fines culturales. Eso yo creo que tendríamos que empezar a mirar. Ojalá tuviéramos como una red de cines de barrio con buena calidad técnica y con una diversidad y una oferta que pueda complacer el entretenimiento, la cultura, la crítica, la historia… Ahí tenemos otro reto más.
CVC: ¿Cuál es tu opinión sobre el impacto del cambio tecnológico en la manera de producir y exhibir cine/audiovisual en el país?
RM: Las nuevas plataformas obviamente cambian la forma de consumo, pero ahí el problema es que hay todo un rango medio de películas que se están dejando de hacer para salas y que se hacen directamente para estas plataformas y estaremos amarrados a lo que ellos digan. De alguna forma quien va a sufrir es el cineasta independiente porque está radicalizando un poquito las posturas entre el cine netamente comercial, el cine de autor y toda la franja intermedia en la que va a encontrar cada vez más dificultades para ser financiadas. Entonces yo creo que ese es el mayor cambio. Pero tenemos que adaptarnos y ser lo suficientemente inteligentes para sobrevivir ante estos cambios porque así es. No hay mucho más que hacer en este momento que resistir con calidad, con historias.
CVC: ¿Qué consejos darías a las nuevas generaciones que trabajan en el sector del cine y el audiovisual en el proceso de preparar su primera y segunda película?
RM: No doy consejos. No me siento con el suficiente criterio. Aquí no hay camino, cada quien tiene que encontrar su vía. Simplemente disciplina, lo que ya saben, mejor dicho. Trabajar duro y echar pa’lante.
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CONVERSACIÓN CON RAFAEL MARTÍNEZ
CVC: ¿Cómo llegaste al cine?
RM: Llegué al cine primero de forma natural o cotidiana. Empieza simplemente como algo que se veía en mi casa, a partir de ahí se vuelve como un juego ver películas, jugar a las películas con mis primos. Jugábamos a hacer películas, las grabábamos con una cámara súper VHS. Y lo que comienza como un juego evoluciona a hobbie y termina volviéndose una pasión. Pero no tiene un punto de partida, es un proceso que se construye con el tiempo. Además, soy hijo de una generación que se crió frente a una pantalla, entonces no me fue ajeno el lenguaje audiovisual como tal. Obviamente, más adelante en la adolescencia, el reto es cómo lograr desarrollar esta carrera y vivir de esto. La forma de llegada fue tan natural como todos los procesos que están alrededor de la crianza. Además, en mi casa siempre se respiró mucho arte. Mi madre es anticuaria decoradora, mi padre pintor, músico, gestor cultural, en fin. Siempre fue parte de mi universo. Desde muy niño iba a festivales de cine, en Cartagena. Mi cinemateca fue el Festival de Cine de Cartagena, mejor dicho. Entonces siempre estuvo ahí y fue como la decisión más lógica si uno une los puntos de los eventos de la vida
CVC: ¿Dónde te formaste como cineasta?
RM: Me formé en Nueva York y en España, tuve la fortuna de poder estudiar en ambos sitios. Pero, sobre todo, me formé en salas de cine. En filmotecas, cinematecas, clubes, videotiendas… creo que la principal formación es la cinefilia. Es ver, ver, ver y luego hablar. Ver y hablar sobre cine es de las principales pasiones formativas de la profesión.
CVC: Perteneciste a la Nueva Ola del Caribe, háblanos de esa experiencia y de lo que significó para tu carrera como cineasta.
RM: Bueno, en ese momento, haber sido parte de (digamos que) La Ola del Caribe era un motivo de orgullo. Sobre todo, en una profesión donde los realizadores tienden a ser roles muy solitarios en el proceso. Entonces pertenecer o ser parte de algo de alguna forma le da fortaleza a uno, le da confianza. Es como ser parte de una familia. Siempre hay una pretensión del cineasta, lo acepte o no, de querer ser parte de una historia, dejar un relato que trascienda el paso del tiempo. Entonces este tipo de agremiaciones donde la gente se reúne ayuda de alguna manera a visibilizar esta historia. A visibilizar la historia del cine del caribe, que yo creo que es una labor que tenemos pendiente entre muchas. Poder visibilizar nuestro trabajo, darle importancia.
CVC: De esta generación, ¿quiénes han influido o apoyado tus trabajos posteriores?
RM: De esta generación me he mantenido en contacto, sobre todo, con Roberto Flores y con Iván Wild, que son dos cineastas que respeto y admiro mucho, y para mí siempre han sido como referentes cercanos.
CVC: ¿Percibes que la relación entre cine y televisión es positiva para los procesos de producción que emprendes? ¿Te ha resultado útil en tu trabajo?
RM: Creo que el cine y la TV son muy diferentes. No me gusta asociarlos. Creo que ambos, si bien comparten un lenguaje audiovisual y la pretensión de poder contar historias o expresar ideas, tienen fines y formas muy distintas. Obviamente se nutren entre sí y se cruzan, pero son entes totalmente independientes, por decirlo así. Por mucho que la TV ahora esté tratando de acercarse mucho el cine. El cine no solo es la ejecución, también es la forma de verse. Yo creo que la experiencia de la sala nunca va a ser ni cercana, ni igualada por la televisión. Entonces sí hay cierta… no solamente mística, sino técnicamente hay una experiencia sensorial totalmente distinta en el cine y en la televisión. Obviamente, como son primos, están todo el tiempo en conversación, en diálogo, nutriéndose, peleándose. Yo creo que las obras son cuando se proyectan, cuando se ven. Es en la experiencia del espectador donde realmente existe la película o la serie, y que ambas tengan una forma tan diferente de ser percibidas las aleja bastante.
Obviamente todo lo que he hecho en cine publicitario, series, mis películas. Todo lo que he hecho hace parte de una construcción de errores, de aciertos; es un aprendizaje constante. Lo que he hecho y lo que no he hecho también, todo el papel. Todo eso hace del proceso. Entonces sí me ha sido útil, claro que me ha sido útil. Pero también hace parte de como uno suma las cosas, yo hago útil lo que a mi me ha tocado vivir y le doy como un sentido a esas experiencias para tratar de mejorar.
CVC: ¿Te parecen las instituciones colombianas existentes suficientes para que los cineastas puedan producir sus películas?.
RM: En el tema de las instituciones colombianas… Nunca van a ser suficientes, cada vez hay más cineastas. Yo me sentaría más en los espectadores que en las instituciones. En la medida en que la gente quiera ver más cine, va a ver más necesidad de hacer más cine. Pero en este momento el cine que estamos haciendo no pareciera ser atractivo para el espectador. Entonces concentrémonos en hacer un cine que no solamente seduzca a los festivales, sino que atrape a un público. Ese me parece que es el reto actual. Siempre se pueden fortalecer las instituciones. Creo que a nivel local y regional se puede hacer mejores cosas. Creo que las convenciones fílmicas de cada sitio tienen unos retos interesantes para conseguir más recursos, facilidades… Y promover también la producción desde lo local, lo regional, que es donde yo creo que tenemos también la oportunidad de contar nuevas voces, no solamente las que logran acceder a los recursos que se dan desde la capital.
CVC: Ahora te encuentras en Bogotá, ¿Es más fácil producir cine desde el centro del país? ¿Qué ventajas ofrece el centro frente a las demás regiones?
RM: Y sí. Vivo en Bogotá en parte porque hay una industria que me permite vivir de filmar y acá tengo de cierta manera, acceso a talento y oportunidades; acá vive mucha gente de todo el país de la cual aprendo mucho, muchos profesionales de todas partes. Digamos que de alguna manera el plan ha sido llevarme los recursos de la capital hacia la costa precisamente por lo que te había dicho. Está siendo más difícil desde las regiones financiar los proyectos. Ese es el reto que tenemos.
CVC: ¿Cómo llegaste a la historia de tu primera película, El Piedra?
RM: Llego a esta película uniendo temas que me interesan. Quería hacer un retrato de un perdedor, el universo del boxeo lo encontraba fascinante a nivel narrativo, cinematográfico, inclusive literario; y como aspecto casi que sociocultural de nuestro ADN como personas del caribe colombiano. Mucha gente hace parte de él (del proceso). Alejandra Quintero, mi socia, es vital porque es de las personas que creyó en el proyecto desde el comienzo. Este proyecto se hace básicamente por el apoyo de Proimágenes, fuimos ganadores del estímulo a desarrollo de guión y ganadores al de producción. En ese orden de ideas, la película nace principalmente por el FDC y en el camino encuentra entidades valiosas como Cine Colombia, Hangar, Hotel Bellavista… en fin hay muchas personas y empresas que se me podrán pasar, pero esto es un esfuerzo colectivo de amigos, familiares, soñadores y que nace gracias a los estímulos del FDC.
CVC: ¿El proceso de producción de la primera te ha servido para afrontar el de la segunda?
RM: Pasan muchos años para poder hacer la primera, y en el transcurso de eso años ya uno va cocinando como ideas de una segunda. Entonces en este momento hay varios proyectos que estoy tratando de que cada uno se abra camino propio y que sea cada proyecto el que se gane su espacio. Los estoy enviando a convocatorias, a fondos. Y en la medida en que los proyectos vayan encontrando financiación, pues se irán haciendo.
Casi que no decido yo cuál será mi segunda. Lo irán decidiendo los jurados de los fondos. A medida que encuentre los recursos, uno le va enfocando la energía a lo que venga. Ahí tengo como varios proyectos y espero que de aquí a un año tenga claro como a cuál se le dará prioridad.
CVC: ¿Es suficiente la formación en el talento humano y la empresas relacionadas con el cine y el audiovisual en el país?
RM: El talento humano está. Yo creo que estamos es madurando un proceso, principalmente en la parte de producción, distribución, exhibición. Desde la concepción de los proyectos, es lo que nos hace falta como fortalecer, pero yo creo que estamos en un punto en el que hay talento, hay todo tipo de historias para muchos públicos, una diversidad importante de voces; pero la gente no lo está percibiendo así ni nosotros lo estamos proyectando de una forma en que la gente lo pueda sentir así.
CVC: ¿Las empresas de distribución y exhibición están funcionando, cuál ha sido tu experiencia?
RM: La distribución de la exhibición está funcionando parcialmente porque el público también está cambiando de manera radical, no en Colombia, en el mundo; entonces no es un reto solamente nuestro, está ocurriendo en todos los países. Las grandes películas, por ejemplo de superhéroes, son las que están como abarcando las salas. Y yo creo que ahí tenemos la responsabilidad de contar otras formas de presentar nuestros proyectos, otras formas de llegarle al público de cada película. Pero yo creo que es una pregunta que sigue abierta y no le hemos encontrado la respuesta y el que la encuentre, le va a facilitar la vida a muchas personas, muchos proyectos. Entonces yo diría que, por un lado, las reglas están claras, lo que tenemos es que buscar la forma de romperlas. Porque claramente un producto audiovisual no debe estar solamente circunscrito dentro de un centro comercial, un multiplex; donde, por lo general las necesidades del público son otras. Dentro de un centro comercial encontramos planes de consumo, entretenimiento… y no necesariamente culturales. Uno va a un centro comercial a comerse una hamburguesa, a jugar las maquinitas, a comprarse algo, matar el tiempo viéndose una película que lo entretenga, lo distraiga. Y eso es válido, pero no le está dejando espacio a otro tipo de cine, se ha perdido la sala de barrio y la sala con fines culturales. Eso yo creo que tendríamos que empezar a mirar. Ojalá tuviéramos como una red de cines de barrio con buena calidad técnica y con una diversidad y una oferta que pueda complacer el entretenimiento, la cultura, la crítica, la historia… Ahí tenemos otro reto más.
CVC: ¿Cuál es tu opinión sobre el impacto del cambio tecnológico en la manera de producir y exhibir cine/audiovisual en el país?
RM: Las nuevas plataformas obviamente cambian la forma de consumo, pero ahí el problema es que hay todo un rango medio de películas que se están dejando de hacer para salas y que se hacen directamente para estas plataformas y estaremos amarrados a lo que ellos digan. De alguna forma quien va a sufrir es el cineasta independiente porque está radicalizando un poquito las posturas entre el cine netamente comercial, el cine de autor y toda la franja intermedia en la que va a encontrar cada vez más dificultades para ser financiadas. Entonces yo creo que ese es el mayor cambio. Pero tenemos que adaptarnos y ser lo suficientemente inteligentes para sobrevivir ante estos cambios porque así es. No hay mucho más que hacer en este momento que resistir con calidad, con historias.
CVC: ¿Qué consejos darías a las nuevas generaciones que trabajan en el sector del cine y el audiovisual en el proceso de preparar su primera y segunda película?
RM: No doy consejos. No me siento con el suficiente criterio. Aquí no hay camino, cada quien tiene que encontrar su vía. Simplemente disciplina, lo que ya saben, mejor dicho. Trabajar duro y echar pa’lante.
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