Este año, la Muestra Internacional Documental de Bogotá, MIDBO, ha ofrecido unTaller de Escritura sobre Documentales, liderado por Pedro Adrián Zuluaga y Valentina Giraldo. Aquí estaremos publicando los textos que se crean, estudian, arman y estructuran en el taller. Toda la información sobre la MIDBO la encuentran acá: https://midbo.co/
Un solo plano. La imagen constante de una cámara de seguridad engalanada con su pretensión de verdad. Un solo espectador. Ávido de descubrir al hecho criminal y a su perpetrador. Sin acciones, valores narrativos o virtudes estéticas: solo indicios, potenciales culpables y registro preventivo. Solo función.
1:20- 1:34: tres carros parqueados en una bahía. Una calle en diagonal por la que cruza un carro. Un joven eleva una cometa.
Pantalla negra, letras en blanco: “No todo tiene un propósito”.
¿Niega la condición de funcionalidad de la cámara de vigilancia? No, esperemos. Cada propósito carga con sus baches; cada registro con sus desperdicios. Llegará el momento de la satisfacción: la imagen útil y definitiva. El criminal en flagrancia.
Pantalla negra, letras en blanco: “Nunca llueve en verano”.
Pero llueve.
1:47- 2:25: Tres carros parqueados. Un diluvio nocturno. Sonido de lluvia y truenos. Se deteriora la imagen.
¿Pero llueve? Las gotas no se ven caer sobre el suelo ni rebotar sobre los coches. ¿Deficiencia técnica de la imagen? La lluvia cruza la pantalla, el registro se hace difícil. ¿Efectos de lluvia sobrepuestos a la imagen? El sonido de lluvia y truenos lo invade todo. ¿Cuentan las cámaras de vigilancia con registro de sonido directo?
¿Riesgo de credibilidad de la cámara de vigilancia?
¡Que se defienda!
Todo lo que ven, nos dirá, es el recuento sistemático y fiable de lo que ocurre en un lugar determinado. Quizás mi única grieta, confesará apenada, radique en mi incapacidad de situarme en varios lugares a la vez; mi única falla: mi determinación espacial. Suplido, claro está, por mi posibilidad de multiplicación: a cámaras infinitas, en los espacios necesarios y con las angulaciones correctas, registro total.
Promesa de totalidad ante el vacío y el quiebre.
El cineasta y artista plástico Kamal Aljafari lo dice sin aspavientos: “ante el quiebre constante de los vidrios del carro, mi padre decide poner una cámara de seguridad para dar con los culpables”. Ante el quiebre, la necesaria superposición de la imagen totalizante.
9:00- 9:15. Es de noche. Tres carros parqueados. Un hombre con saco naranja atraviesa la calle. Se agacha. Recoge algo del piso con su brazo izquierdo, lo lanza sobre el carro blanco. Se echa a correr por la calle diagonal.
¿Ha roto el vidrio? ¿Es él? ¿Quién es?
Pantalla negra, letras blancas: “un hombre lanza una piedra”.
Confirmado: han lanzado la piedra. Tal vez la imagen no ha sido suficiente, pero imagen y texto tal vez lo logren. Tal vez…
¿El culpable?
9:35- 10:07. Dos carros parqueados. Llega un tercer carro que parquea entre ambos. Dos mujeres vestidas de negro se bajan. Se dirigen hacia donde yace parado un señor. Se retiran.
Pantalla negra, letras blancas: “Lleva a mi hermana al mercado”.
Se pixela. La imagen se quiebra.
No interesa ya el mismo plano general, ni el parqueadero con sus tres carros que van y vienen, ni el pequeño parque del conjunto que tardamos en captar. Solo nos podemos detener en la inmensa grieta que se devora la imagen cámara: por entre sus intersticios emerge una nueva imagen. La imagen vigilancia ha dado paso a la imagen ventana. No promete captar y almacenar el mundo para futuras inspecciones. A lo mucho puede desplegar ante los potenciales espectadores sus virtudes como objeto deseado. Capacidad de atracción y no de verosimilitud; más cercano al chisme, a las pequeñas cotidianidades del día a día.
12:52 – 13:01 Mujer con sobrepeso y con vestido oscuro, atraviesa con dificultad la calle. Parece que tiene un problema de movilidad
Ya lo he visto, nos dirá ansiosa la cámara: George Sadoul camina con camisa azul. Indeciso para donde va; yo lo he captado. Y las hermanas, las gemelas, son modistas, y nunca las he visto caminar solas. Allá, a lo lejos, va Abu Rizeq que siempre hace los mismos paseos. ¡Tantos y tan frecuentes!
13: 18- 25. La mujer se devuelve, parece que ha comprado algo.
No capta todo lo que ocurre, sino aquello que le es permitido por las condiciones azarosas de su existencia: el viento ondeando sobre las cortinas, el cierre intempestivo de las ventanas, el empañamiento de los vidrios húmedos.
14: 37- 14: 44: Una mujer joven lleva a un niño en un coche y dos niños mayores caminan con apuro a su lado. Creo que ya van tarde para el colegio.
14: 45- 15: 01. Una hoja de basura vuela sin dirección por la calle.
15: 04 -15:29. Un hombre de camisa azul pasea por el antejardín del conjunto. Quizás espera a alguien
De la calidad tan pobre y el plano repetido surge un mundo: el de los ritos de paso, los personajes curiosos y las costumbres afincadas. Un mundo enclaustrado en el plano que lo contiene; infértil en la angulación que lo transmite. Las deficiencias que hacían inútil la imagen cámara, le dan sentido a la imagen ventana. Ante la imposibilidad de dilucidación de los culpables, surge la transmisión de la atmósfera de una ciudad como Ankara, capital del Distrito central del actual estado de Israel. Una ciudad estratégica para las pretensiones expansionistas de Israel, que desde 1948 -cuando la invadieron- ha sufrido una sistemática limpieza étnica, que ha dejado al día de hoy una muy diezmada población árabe que resiste en pequeños guetos. Ahí vivieron Aljafari y su padre; de ahí proceden las imágenes de la cámara vigilante.
15; 50- 16- 20: Dos niñas atraviesan la calle y se esfuerzan por tomar un fruto proveniente del árbol del antejardín del conjunto. No estoy seguro si lo logran.
Pantalla negra, letras blancas: “Estamos creciendo aún no somos lo suficientemente grandes”. “Todo el mundo está muy viejo”.
16: 37- 16:46: Se daña la imagen, solo se escuchan las risas de las niñas
Se quiebra la imagen.
Ni imagen cámara, ni imagen ventana. Un híbrido. El estatuto de la imagen solo se comprende por la necesidad de seguridad que promete la cámara de vigilancia, pero su condición se subvierte al ser utilizada por los débiles. La cámara deja de sistematizar para empezar a relatar: la existencia de un pueblo que se acaba, los ritos de una comunidad disgregada, los ataques de quienes se saben poderosos. No se capta la identidad de quienes tiran las piedras, pero no importa. No se buscan pruebas: el juicio es imposible. No estamos ya en el terreno de lo legal, sino en el de lo histórico.
29: 50. Un hombre se baja de un automóvil con un ramo de flores entre las manos.
Pantalla negra, letras blancas: “La cámara de mi padre le da chance a todo lo que existe”.
Texto elaborado en el Taller de Escritura sobre Documentales de la 23 Muestra Internacional Documental de Bogotá-MIDBO, con la coordinación de Pedro Adrián Zuluaga y Valentina Giraldo Sánchez.
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DE LA IMAGEN VIGILANCIA A LA IMAGEN VENTANA
Este año, la Muestra Internacional Documental de Bogotá, MIDBO, ha ofrecido unTaller de Escritura sobre Documentales, liderado por Pedro Adrián Zuluaga y Valentina Giraldo. Aquí estaremos publicando los textos que se crean, estudian, arman y estructuran en el taller. Toda la información sobre la MIDBO la encuentran acá: https://midbo.co/
Sobre An Unusual Summer, de Kamal Aljafari
DzigaVertov
Un solo plano. La imagen constante de una cámara de seguridad engalanada con su pretensión de verdad. Un solo espectador. Ávido de descubrir al hecho criminal y a su perpetrador. Sin acciones, valores narrativos o virtudes estéticas: solo indicios, potenciales culpables y registro preventivo. Solo función.
1:20- 1:34: tres carros parqueados en una bahía. Una calle en diagonal por la que cruza un carro. Un joven eleva una cometa.
Pantalla negra, letras en blanco: “No todo tiene un propósito”.
¿Niega la condición de funcionalidad de la cámara de vigilancia? No, esperemos. Cada propósito carga con sus baches; cada registro con sus desperdicios. Llegará el momento de la satisfacción: la imagen útil y definitiva. El criminal en flagrancia.
Pantalla negra, letras en blanco: “Nunca llueve en verano”.
Pero llueve.
1:47- 2:25: Tres carros parqueados. Un diluvio nocturno. Sonido de lluvia y truenos. Se deteriora la imagen.
¿Pero llueve? Las gotas no se ven caer sobre el suelo ni rebotar sobre los coches. ¿Deficiencia técnica de la imagen? La lluvia cruza la pantalla, el registro se hace difícil. ¿Efectos de lluvia sobrepuestos a la imagen? El sonido de lluvia y truenos lo invade todo. ¿Cuentan las cámaras de vigilancia con registro de sonido directo?
¿Riesgo de credibilidad de la cámara de vigilancia?
¡Que se defienda!
Todo lo que ven, nos dirá, es el recuento sistemático y fiable de lo que ocurre en un lugar determinado. Quizás mi única grieta, confesará apenada, radique en mi incapacidad de situarme en varios lugares a la vez; mi única falla: mi determinación espacial. Suplido, claro está, por mi posibilidad de multiplicación: a cámaras infinitas, en los espacios necesarios y con las angulaciones correctas, registro total.
Promesa de totalidad ante el vacío y el quiebre.
El cineasta y artista plástico Kamal Aljafari lo dice sin aspavientos: “ante el quiebre constante de los vidrios del carro, mi padre decide poner una cámara de seguridad para dar con los culpables”. Ante el quiebre, la necesaria superposición de la imagen totalizante.
9:00- 9:15. Es de noche. Tres carros parqueados. Un hombre con saco naranja atraviesa la calle. Se agacha. Recoge algo del piso con su brazo izquierdo, lo lanza sobre el carro blanco. Se echa a correr por la calle diagonal.
¿Ha roto el vidrio? ¿Es él? ¿Quién es?
Pantalla negra, letras blancas: “un hombre lanza una piedra”.
Confirmado: han lanzado la piedra. Tal vez la imagen no ha sido suficiente, pero imagen y texto tal vez lo logren. Tal vez…
¿El culpable?
9:35- 10:07. Dos carros parqueados. Llega un tercer carro que parquea entre ambos. Dos mujeres vestidas de negro se bajan. Se dirigen hacia donde yace parado un señor. Se retiran.
Pantalla negra, letras blancas: “Lleva a mi hermana al mercado”.
Se pixela. La imagen se quiebra.
No interesa ya el mismo plano general, ni el parqueadero con sus tres carros que van y vienen, ni el pequeño parque del conjunto que tardamos en captar. Solo nos podemos detener en la inmensa grieta que se devora la imagen cámara: por entre sus intersticios emerge una nueva imagen. La imagen vigilancia ha dado paso a la imagen ventana. No promete captar y almacenar el mundo para futuras inspecciones. A lo mucho puede desplegar ante los potenciales espectadores sus virtudes como objeto deseado. Capacidad de atracción y no de verosimilitud; más cercano al chisme, a las pequeñas cotidianidades del día a día.
12:52 – 13:01 Mujer con sobrepeso y con vestido oscuro, atraviesa con dificultad la calle. Parece que tiene un problema de movilidad
Ya lo he visto, nos dirá ansiosa la cámara: George Sadoul camina con camisa azul. Indeciso para donde va; yo lo he captado. Y las hermanas, las gemelas, son modistas, y nunca las he visto caminar solas. Allá, a lo lejos, va Abu Rizeq que siempre hace los mismos paseos. ¡Tantos y tan frecuentes!
13: 18- 25. La mujer se devuelve, parece que ha comprado algo.
No capta todo lo que ocurre, sino aquello que le es permitido por las condiciones azarosas de su existencia: el viento ondeando sobre las cortinas, el cierre intempestivo de las ventanas, el empañamiento de los vidrios húmedos.
14: 37- 14: 44: Una mujer joven lleva a un niño en un coche y dos niños mayores caminan con apuro a su lado. Creo que ya van tarde para el colegio.
14: 45- 15: 01. Una hoja de basura vuela sin dirección por la calle.
15: 04 -15:29. Un hombre de camisa azul pasea por el antejardín del conjunto. Quizás espera a alguien
De la calidad tan pobre y el plano repetido surge un mundo: el de los ritos de paso, los personajes curiosos y las costumbres afincadas. Un mundo enclaustrado en el plano que lo contiene; infértil en la angulación que lo transmite. Las deficiencias que hacían inútil la imagen cámara, le dan sentido a la imagen ventana. Ante la imposibilidad de dilucidación de los culpables, surge la transmisión de la atmósfera de una ciudad como Ankara, capital del Distrito central del actual estado de Israel. Una ciudad estratégica para las pretensiones expansionistas de Israel, que desde 1948 -cuando la invadieron- ha sufrido una sistemática limpieza étnica, que ha dejado al día de hoy una muy diezmada población árabe que resiste en pequeños guetos. Ahí vivieron Aljafari y su padre; de ahí proceden las imágenes de la cámara vigilante.
15; 50- 16- 20: Dos niñas atraviesan la calle y se esfuerzan por tomar un fruto proveniente del árbol del antejardín del conjunto. No estoy seguro si lo logran.
Pantalla negra, letras blancas: “Estamos creciendo aún no somos lo suficientemente grandes”. “Todo el mundo está muy viejo”.
16: 37- 16:46: Se daña la imagen, solo se escuchan las risas de las niñas
Se quiebra la imagen.
Ni imagen cámara, ni imagen ventana. Un híbrido. El estatuto de la imagen solo se comprende por la necesidad de seguridad que promete la cámara de vigilancia, pero su condición se subvierte al ser utilizada por los débiles. La cámara deja de sistematizar para empezar a relatar: la existencia de un pueblo que se acaba, los ritos de una comunidad disgregada, los ataques de quienes se saben poderosos. No se capta la identidad de quienes tiran las piedras, pero no importa. No se buscan pruebas: el juicio es imposible. No estamos ya en el terreno de lo legal, sino en el de lo histórico.
29: 50. Un hombre se baja de un automóvil con un ramo de flores entre las manos.
Pantalla negra, letras blancas: “La cámara de mi padre le da chance a todo lo que existe”.
Texto elaborado en el Taller de Escritura sobre Documentales de la 23 Muestra Internacional Documental de Bogotá-MIDBO, con la coordinación de Pedro Adrián Zuluaga y Valentina Giraldo Sánchez.
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