Para promocionar el estreno en salas de la película Sauvage, ópera prima de Camille Vidal-Naquet, el Festival de cine francés en Colombia, que sorprendió con este título entre su lánguida programación, une esfuerzos con los responsables de su distribución en el país para traer a Colombia al protagonista y alma de la película, Félix Maritaud. Difícil pensar un cine totalmente desprendido de la labor de los actores. Profesionales o no, naturales o no, los actores tienen una posición de privilegio en las imágenes (también, como sabemos, una posición de doble filo). Son la cara y el cuerpo de una película. Sin embargo, hay títulos que reposan la totalidad de su fuerza en la fiereza o excentricidad de un actor o actriz específico. Sauvage es una de esas películas conducidas por una única personalidad, arrolladora y sin red para soportar una caída libre. Se trata del alcance anímico de una incipiente estrella francesa. Ha participado ya en las películas más recientes de Robin Campillo y Yann González. Sauvage es su salto al firmamento estelar. Sabremos más de él en un futuro muy próximo.
Aprovechando su paso por varias ciudades del país, Sebastián Abril se sentó un rato a conversar con el hoy casi un ícono gay, Maritaud. Enorme joven actor francés que está listo para ser the next big thing.
***
Sebastián Abril: Empecemos pensando la película como un asunto de representación.
Félix Maritaud: La verdad es que el planteamiento inicial fue representar a una persona que no tiene nada en la vida y que solo está en busca de vibraciones, de ternura, de amor, claro que es homosexual, pero no se pensó en representar a ninguna comunidad en específico, solo más bien al personaje en sí.
SA: En ese sentido no hablamos de una película social o que su tema sea, digamos, los derechos civiles. Es una película que tiene en su centro a Léo. Hablemos un poco sobre eso.
FM: Bueno, el personaje resulta como el arquetipo de la libertad, es un hombre que no tiene nada, no posee nada, que gana plata porque no consume nada; que quiere, precisamente, mantener esta libertad, digamos, frente a una sociedad totalmente formateada. Él quiere buscar esta libertad y quiere ir en busca de estas sensaciones sin pertenecer realmente a esta sociedad. Es decir, es una búsqueda personal, íntima, de sensaciones, de vibraciones y realmente al margen de todo un marco social, al que Léo pertenece sin pertenecer.
SA: ¿Cómo fue ese acercamiento para retratar estos momentos tan específicos que, además, son muy intensos?
FM: El director, Camille Vidal-Naquet, estuvo tres años trabajando con una asociación de ayuda a personas que ejercen la prostitución y, en este mundo de hombres que se prostituyen, hizo un trabajo profundo respecto a la realidad del terreno para tener todos los elementos. Sin embargo, como actor, no tuve que investigar mucho, la verdad no me interesaba investigar sobre esto, más bien lo importante era marcar un contraste entre ese mundo duro, oscuro, sombrío, y la luz que emana del personaje, es un personaje que simboliza básicamente el amor puro, el amor total. Allí radica la intensidad del personaje. Él está en un mundo (que puede ser) violento y no reacciona ante eso, ese es el contraste. Él lo único que quiere es buscar ese amor y dar ese amor, es como un perro, un perro fiel, un perro que siempre va a estar aquí, un perro que es el fiel compañero y que aporta ternura, cariño, amor a la gente que lo rodea. La intensidad entonces viene de este contraste. Yo trabajé bastante en eso para que realmente tuviera más poder y más fuerza.
SA: Así las cosas, hay un personaje, el único personaje del que Léo se enamora en la película de una manera ambigua, que le llama más la atención. ¿Cómo fue la relación con ese personaje?
FM: El interés realmente de esa relación es mostrar hasta qué punto uno puede sufrir por amor, sobre todo por el rechazo, por el amor no correspondido. Durante la película vemos cómo Léo se enamora y siempre lo rechazan, pero siempre vuelve, siempre quiere volver. Eso marca todo el sufrimiento que siente por ese amor absoluto que busca y que no puede tener. La fuerza de esa relación radica en eso, en esa imposibilidad de alcanzar el amor absoluto de la persona amada.
SA: Hablamos de confianza en el mundo, pero esa confianza en la película se presenta a través del placer y del cuerpo, ¿Cómo trabajaste con el director para que estas ideas convergieran en la película?
FM: La verdad es que no creo que se pueda hablar de placer porque los cuerpos allí son herramientas de trabajo. Es decir que no queríamos erotizar las relaciones, quitarles todo el lado erótico. La única escena un poco sin eso es el beso entre los dos amantes y el personaje principal, pero la verdad esa no era la función de la película. Todo lo contrario, es mostrar unos cuerpos crudos, relaciones bastantes crudas porque son relaciones que se basan en un servicio que es un trabajo. Ahora, hubo un trabajo de coreografía con Romano Bottinelli, y con él pudimos precisamente construir los movimientos específicos alrededor de los juegos de los cuerpos. Sí hubo una preparación al respecto, sin embargo, un contador trabaja con una calculadora y la calculadora es solamente una herramienta de trabajo, y entonces es un poco lo mismo en esta película porque son prostitutos que venden su cuerpo. Es imposible, entonces, erotizar un personaje así porque es un personaje sin domicilio fijo, es un indigente que se prostituye, es un hombre sucio, enfermo, no se baña y es imposible erotizar esto, vemos, además, que él nunca se desnuda, la noción de desnudarse es algo sensual, muy erótico, allí no, lo vemos cuando ya está desnudo o cuando se vuelve a poner la ropa, pero nunca se quita él la ropa. Habría sido un error erotizar a este personaje porque él vive en un mundo crudo y es un personaje miserable, que vive en la miseria más absoluta y entonces había que ser bastante coherente con respecto a ello.
SA: Precisamente hay una relación con varios clientes, personajes que son muy variopintos, diferentes todos: hay un inválido, un viudo. Se piensa cómo es la relación entre los prostitutos y los clientes, hay también un personaje muy interesante que es un sadista al que al personaje de Léo le dicen que no vaya y él lo hace de todas maneras, eso también intensifica la toma de decisiones tan propias del personaje.
FM: El objetivo era mantener la línea del personaje. Son prostitutos, un prostituto cuando tiene mil clientes al mes no se fija en la particularidad de cada cliente, hay un contrato por ofrecer un servicio hasta las últimas consecuencias a cambio de una tarifa, y, de hecho, eso explica un poco el único momento en el que Léo llora, que es después de la relación con los dos jóvenes violentos, y no llora por lo que pasó, llora únicamente porque no le han pagado, se rompió el contrato y se rompió el reconocimiento a un servicio que él ofrece; se sufre porque no se ha respetado ese contrato. Ahora, el personaje ve a todos los clientes por igual, es decir que no entra en unos conceptos ni psicológicos, ni sociológicos con respecto a los clientes que tiene, es decir que el personaje tiene que mantener su propia línea, esta línea es para qué sirve él y para qué sirve su cuerpo.
Mostrar la sexualidad de un minusválido o de un anciano sí que puede impactar porque son temas tabúes, por lo menos en la sociedad europea, no sé si aquí lo sean.
No nos tuvimos que centrar en lo demás sino simplemente en sí mismo, en mantener la línea del personaje y el oficio que tiene.
SA: Hasta el momento has trabajado alrededor de lo queer y en los últimos trabajos de Robin Campillo y Yann González. Hablemos un poco de eso.
FM: Es importante reivindicar la posición del cuerpo del hombre en la sociedad, tiene que ver con eso, con respecto al sistema normativo se habla de feminismo pero allí precisamente hay que mostrar más, liberar un poco más el cuerpo masculino. Hasta el momento, las cuatro películas que tengo responden a una especie de azar porque fueron cuatro películas en un año, películas que hice porque era amigo del director o porque correspondía a un personaje, y entonces esa suerte de azar precisamente gira alrededor de la reivindicación del mundo queer. Yo soy abiertamente homosexual y, en un momento dado, cuando uno se libera de las ataduras societales entonces le incumbe reivindicarlas, es decir que uno no se puede esconder. Sin embargo, digamos que es un concurso de circunstancias el hecho de que yo haya tenido estos papeles, y ahora estoy seguro de que no quiero hacer películas de entretenimiento, de absolutos, sino películas que busquen reflexiones, que abran el debate sobre las ataduras, las normativas sociales. Ahora tengo más proyectos el próximo año, bastantes películas con personajes heterosexuales, y la verdad no tengo ningún problema en interpretarlos.
SA: ¿Qué es lo queer?
FM: El concepto de lo queer radica en la liberación de las identidades, la búsqueda de lo absoluto vital, es decir que uno tiene que vivir como es. Es liberarse y vivir como uno quiere ser, si uno quiere ser una flor que sea una flor, si uno quiere ser un sillón que sea un sillón, es verlo un poco así. La verdad es que, en una sociedad tan normativa con tantos encasillamientos de género, de raza y de orientación sexual, lo queer, que la persona llegue a ser como debe ser y tratar de vivir como realmente se siente, más allá de todas estas normas, más allá de un mundo que nos venden –el mundo a seguir–, es un concepto poco entendido. Precisamente lo queer es la reivindicación de lo absoluto vital, de la vida absoluta.
SA: Este año se presentó un casi largometraje que hiciste con Gaspar Noé y que se llama Lux Æterna. ¿Podrías hablar un poco de ese proyecto? Aquí llegará seguramente dentro de unos meses.
FM: ¡Gaspar Noé! Fueron cinco noches de rodaje y cinco noches en las que tuvimos que hacerlo todo sobre la marcha, no teníamos absolutamente nada y lo construimos todo en cinco noches, fue una experiencia genial. Gaspar Noé es Gaspar Noé. La verdad es que se me tiene prohibido hablar de la película porque Gaspar Noé es algo paranóico y entonces si oye o lee que hablé de la película me va a regañar muy feo. Pero está muy bien, Béatrice Dalle es increíble.
SA: Para finalizar, me gustaría saber con qué directores sueñas trabajar y que nos cuentes sobre ese cine que te gusta y que te gustaría seguir haciendo.
FM: No tengo expectativas con personajes o con directores específicos, no quiero dar nombres porque no tengo ídolos, en general, cuando se les tiene y se llega a conocerlos uno se puede decepcionar, los únicos ídolos que tengo son ídolos muertos. Ahora hay toda una nueva generación de directores franceses, españoles, colombianos y mexicanos que se centran mucho en lo humano, en la humanidad, en resaltar este lado, y me gustaría entonces trabajar con esos directores.
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HACIA LA LIBERTAD. CONVERSACIÓN CON FÉLIX MARITAUD
Para promocionar el estreno en salas de la película Sauvage, ópera prima de Camille Vidal-Naquet, el Festival de cine francés en Colombia, que sorprendió con este título entre su lánguida programación, une esfuerzos con los responsables de su distribución en el país para traer a Colombia al protagonista y alma de la película, Félix Maritaud. Difícil pensar un cine totalmente desprendido de la labor de los actores. Profesionales o no, naturales o no, los actores tienen una posición de privilegio en las imágenes (también, como sabemos, una posición de doble filo). Son la cara y el cuerpo de una película. Sin embargo, hay títulos que reposan la totalidad de su fuerza en la fiereza o excentricidad de un actor o actriz específico. Sauvage es una de esas películas conducidas por una única personalidad, arrolladora y sin red para soportar una caída libre. Se trata del alcance anímico de una incipiente estrella francesa. Ha participado ya en las películas más recientes de Robin Campillo y Yann González. Sauvage es su salto al firmamento estelar. Sabremos más de él en un futuro muy próximo.
Aprovechando su paso por varias ciudades del país, Sebastián Abril se sentó un rato a conversar con el hoy casi un ícono gay, Maritaud. Enorme joven actor francés que está listo para ser the next big thing.
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Sebastián Abril: Empecemos pensando la película como un asunto de representación.
Félix Maritaud: La verdad es que el planteamiento inicial fue representar a una persona que no tiene nada en la vida y que solo está en busca de vibraciones, de ternura, de amor, claro que es homosexual, pero no se pensó en representar a ninguna comunidad en específico, solo más bien al personaje en sí.
SA: En ese sentido no hablamos de una película social o que su tema sea, digamos, los derechos civiles. Es una película que tiene en su centro a Léo. Hablemos un poco sobre eso.
FM: Bueno, el personaje resulta como el arquetipo de la libertad, es un hombre que no tiene nada, no posee nada, que gana plata porque no consume nada; que quiere, precisamente, mantener esta libertad, digamos, frente a una sociedad totalmente formateada. Él quiere buscar esta libertad y quiere ir en busca de estas sensaciones sin pertenecer realmente a esta sociedad. Es decir, es una búsqueda personal, íntima, de sensaciones, de vibraciones y realmente al margen de todo un marco social, al que Léo pertenece sin pertenecer.
SA: ¿Cómo fue ese acercamiento para retratar estos momentos tan específicos que, además, son muy intensos?
FM: El director, Camille Vidal-Naquet, estuvo tres años trabajando con una asociación de ayuda a personas que ejercen la prostitución y, en este mundo de hombres que se prostituyen, hizo un trabajo profundo respecto a la realidad del terreno para tener todos los elementos. Sin embargo, como actor, no tuve que investigar mucho, la verdad no me interesaba investigar sobre esto, más bien lo importante era marcar un contraste entre ese mundo duro, oscuro, sombrío, y la luz que emana del personaje, es un personaje que simboliza básicamente el amor puro, el amor total. Allí radica la intensidad del personaje. Él está en un mundo (que puede ser) violento y no reacciona ante eso, ese es el contraste. Él lo único que quiere es buscar ese amor y dar ese amor, es como un perro, un perro fiel, un perro que siempre va a estar aquí, un perro que es el fiel compañero y que aporta ternura, cariño, amor a la gente que lo rodea. La intensidad entonces viene de este contraste. Yo trabajé bastante en eso para que realmente tuviera más poder y más fuerza.
SA: Así las cosas, hay un personaje, el único personaje del que Léo se enamora en la película de una manera ambigua, que le llama más la atención. ¿Cómo fue la relación con ese personaje?
FM: El interés realmente de esa relación es mostrar hasta qué punto uno puede sufrir por amor, sobre todo por el rechazo, por el amor no correspondido. Durante la película vemos cómo Léo se enamora y siempre lo rechazan, pero siempre vuelve, siempre quiere volver. Eso marca todo el sufrimiento que siente por ese amor absoluto que busca y que no puede tener. La fuerza de esa relación radica en eso, en esa imposibilidad de alcanzar el amor absoluto de la persona amada.
SA: Hablamos de confianza en el mundo, pero esa confianza en la película se presenta a través del placer y del cuerpo, ¿Cómo trabajaste con el director para que estas ideas convergieran en la película?
FM: La verdad es que no creo que se pueda hablar de placer porque los cuerpos allí son herramientas de trabajo. Es decir que no queríamos erotizar las relaciones, quitarles todo el lado erótico. La única escena un poco sin eso es el beso entre los dos amantes y el personaje principal, pero la verdad esa no era la función de la película. Todo lo contrario, es mostrar unos cuerpos crudos, relaciones bastantes crudas porque son relaciones que se basan en un servicio que es un trabajo. Ahora, hubo un trabajo de coreografía con Romano Bottinelli, y con él pudimos precisamente construir los movimientos específicos alrededor de los juegos de los cuerpos. Sí hubo una preparación al respecto, sin embargo, un contador trabaja con una calculadora y la calculadora es solamente una herramienta de trabajo, y entonces es un poco lo mismo en esta película porque son prostitutos que venden su cuerpo. Es imposible, entonces, erotizar un personaje así porque es un personaje sin domicilio fijo, es un indigente que se prostituye, es un hombre sucio, enfermo, no se baña y es imposible erotizar esto, vemos, además, que él nunca se desnuda, la noción de desnudarse es algo sensual, muy erótico, allí no, lo vemos cuando ya está desnudo o cuando se vuelve a poner la ropa, pero nunca se quita él la ropa. Habría sido un error erotizar a este personaje porque él vive en un mundo crudo y es un personaje miserable, que vive en la miseria más absoluta y entonces había que ser bastante coherente con respecto a ello.
SA: Precisamente hay una relación con varios clientes, personajes que son muy variopintos, diferentes todos: hay un inválido, un viudo. Se piensa cómo es la relación entre los prostitutos y los clientes, hay también un personaje muy interesante que es un sadista al que al personaje de Léo le dicen que no vaya y él lo hace de todas maneras, eso también intensifica la toma de decisiones tan propias del personaje.
FM: El objetivo era mantener la línea del personaje. Son prostitutos, un prostituto cuando tiene mil clientes al mes no se fija en la particularidad de cada cliente, hay un contrato por ofrecer un servicio hasta las últimas consecuencias a cambio de una tarifa, y, de hecho, eso explica un poco el único momento en el que Léo llora, que es después de la relación con los dos jóvenes violentos, y no llora por lo que pasó, llora únicamente porque no le han pagado, se rompió el contrato y se rompió el reconocimiento a un servicio que él ofrece; se sufre porque no se ha respetado ese contrato. Ahora, el personaje ve a todos los clientes por igual, es decir que no entra en unos conceptos ni psicológicos, ni sociológicos con respecto a los clientes que tiene, es decir que el personaje tiene que mantener su propia línea, esta línea es para qué sirve él y para qué sirve su cuerpo.
Mostrar la sexualidad de un minusválido o de un anciano sí que puede impactar porque son temas tabúes, por lo menos en la sociedad europea, no sé si aquí lo sean.
No nos tuvimos que centrar en lo demás sino simplemente en sí mismo, en mantener la línea del personaje y el oficio que tiene.
SA: Hasta el momento has trabajado alrededor de lo queer y en los últimos trabajos de Robin Campillo y Yann González. Hablemos un poco de eso.
FM: Es importante reivindicar la posición del cuerpo del hombre en la sociedad, tiene que ver con eso, con respecto al sistema normativo se habla de feminismo pero allí precisamente hay que mostrar más, liberar un poco más el cuerpo masculino. Hasta el momento, las cuatro películas que tengo responden a una especie de azar porque fueron cuatro películas en un año, películas que hice porque era amigo del director o porque correspondía a un personaje, y entonces esa suerte de azar precisamente gira alrededor de la reivindicación del mundo queer. Yo soy abiertamente homosexual y, en un momento dado, cuando uno se libera de las ataduras societales entonces le incumbe reivindicarlas, es decir que uno no se puede esconder. Sin embargo, digamos que es un concurso de circunstancias el hecho de que yo haya tenido estos papeles, y ahora estoy seguro de que no quiero hacer películas de entretenimiento, de absolutos, sino películas que busquen reflexiones, que abran el debate sobre las ataduras, las normativas sociales. Ahora tengo más proyectos el próximo año, bastantes películas con personajes heterosexuales, y la verdad no tengo ningún problema en interpretarlos.
SA: ¿Qué es lo queer?
FM: El concepto de lo queer radica en la liberación de las identidades, la búsqueda de lo absoluto vital, es decir que uno tiene que vivir como es. Es liberarse y vivir como uno quiere ser, si uno quiere ser una flor que sea una flor, si uno quiere ser un sillón que sea un sillón, es verlo un poco así. La verdad es que, en una sociedad tan normativa con tantos encasillamientos de género, de raza y de orientación sexual, lo queer, que la persona llegue a ser como debe ser y tratar de vivir como realmente se siente, más allá de todas estas normas, más allá de un mundo que nos venden –el mundo a seguir–, es un concepto poco entendido. Precisamente lo queer es la reivindicación de lo absoluto vital, de la vida absoluta.
SA: Este año se presentó un casi largometraje que hiciste con Gaspar Noé y que se llama Lux Æterna. ¿Podrías hablar un poco de ese proyecto? Aquí llegará seguramente dentro de unos meses.
FM: ¡Gaspar Noé! Fueron cinco noches de rodaje y cinco noches en las que tuvimos que hacerlo todo sobre la marcha, no teníamos absolutamente nada y lo construimos todo en cinco noches, fue una experiencia genial. Gaspar Noé es Gaspar Noé. La verdad es que se me tiene prohibido hablar de la película porque Gaspar Noé es algo paranóico y entonces si oye o lee que hablé de la película me va a regañar muy feo. Pero está muy bien, Béatrice Dalle es increíble.
SA: Para finalizar, me gustaría saber con qué directores sueñas trabajar y que nos cuentes sobre ese cine que te gusta y que te gustaría seguir haciendo.
FM: No tengo expectativas con personajes o con directores específicos, no quiero dar nombres porque no tengo ídolos, en general, cuando se les tiene y se llega a conocerlos uno se puede decepcionar, los únicos ídolos que tengo son ídolos muertos. Ahora hay toda una nueva generación de directores franceses, españoles, colombianos y mexicanos que se centran mucho en lo humano, en la humanidad, en resaltar este lado, y me gustaría entonces trabajar con esos directores.
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