Sobre la videoinstalación Mojana, de Nadia Granados y Simon(e) Jaikiruma Paetau
Una sala fría de la Cinemateca en una tarde de sábado bogotana. Entro en el espacio oscuro y la proyección ya comenzó. Hago nota mental de quedarme hasta el final y volver a ver el inicio para entender en qué punto llegué. Me siento en el piso. Trato de mantener la concentración entre las tres pantallas. No es fácil, debe ser la costumbre de una sola pantalla, un solo punto de atención, el video monocanal.
En las pantallas que ocupan tres paredes enteras de la sala se repite una figura semidesnuda en una pose frontal de reina de belleza con las manos en la cintura y una hoja de palma atada a la parte inferior del cuerpo. En la pantalla de la izquierda está recostada de medio lado en el piso. En la pantalla de la derecha se ve la imagen impresa a tamaño natural rodeada por fósforos, como la silueta de un puercoespín. Hay fuego en todas las pantallas. En la primera es el fondo: un incendio sobre el que se recorta la figura en primer plano; en otra, es una antorcha que el personaje sostiene en la mano; en la tercera, la de los fósforos, es la imagen misma que se quema. Incendios que desprenden luces rojas y amarillas que contrastan con el azul del crepúsculo en el que se suceden las acciones. Los sonidos de la naturaleza se mezclan con el crepitar del fuego. De entrada quedo intrigada: ¿de qué se tratan esos incendios repetidos con variaciones?
Del fuego pasamos al agua. Una luz recorre el horizonte de un paisaje marino justo cuando el cielo y el mar se tocan. El recorrido inicia por la izquierda y atraviesa, en orden, las tres pantallas. Agradezco el recorrido; le da orden a mi atención dispersa.
Bajo la superficie en aparente calma se agita una presencia. Recuerdo la descripción de la instalación que aparece en la programación de la Cinemateca y que anuncia que la Mojana es el espíritu del agua que se presenta como una sirena seductora y devoradora de hombres, mitad humana, mitad pez. En la instalación, se trata de una figura hermosa con una cola hecha con una hoja de palma, con la cabeza rapada y adornada con flores de buganvilia de color fucsia. Un ser imaginado, dibujado y materializado. Dibujado por Nadia Granados y materializado por Simon(e) Jaikiruma Paetau, las dos artistas que se unieron para dar origen a esta video instalación. La obra fue hecha en su mayor parte a distancia. Simón(e) en Puerto Colombia y Nadia en Bogotá. Nadia cuenta que sostuvieron una correspondencia de ideas y materiales y que así fueron desarrollando la pieza antes de encontrarse en Bogotá y grabar las secuencias que suceden en la ciudad.
Este ser híbrido, entre humano y animal, ni hombre ni mujer, se exhibe, posa, se deja admirar, manda besos a la cámara. Encarna deseo y fragilidad. Por momentos se convierte en un animal que repta por encima de los desperdicios que se acumulan en la playa y por las calles inclinadas de la ciudad. Entaconado y semidesnudo, su piel contrasta con la textura áspera y la temperatura fría del asfalto. Un cuerpo que se encuentra en el umbral, en constante transformación, que escapa cualquier intento de definición.
Se convierte por momentos en el cadáver monstruoso de una mojarra que flota entre las aguas estancadas de las calles de la ciudad. De la playa de arenas claras, las imágenes transportan al agua negra de los charcos que se forman contra los andenes; imágenes que me sacuden de cualquier visión idílica que pudiera estar proyectando sobre paraísos caribeños.
El cuerpo de la mojarra se vuelve un molde, un stencil, en el que el pez sólo encaja en su condición de cadáver. La vida se escapa por los bordes. En la escena de la luz que recorre el horizonte entre el cielo y el mar, el agua en la pantalla del medio está contenida en una botella. Espíritu contenido, atrapado. El cuerpo de Simon(e) aparece atado por cuerdas. Espíritu que se desborda, que no cabe en el molde.
La sirena, que con voz melodiosa encanta a los hombres y los lleva a su perdición desde los tiempos de la Odisea, representa el nexo entre el principio del placer y la pulsión de muerte. Por momentos, las imágenes de la instalación recuerdan a algunas figuras de la serie Cremaster de Matthew Barney. Sátiros andróginos, mitad animales, mitad humanos. Límites que se cruzan, cuerpos incómodos y provocativos. Pero Mojana se refiere a una geografía precisa y a la mitología caribe; un espíritu femenino hermoso y peligroso, devora-hombres, que aparece a la caída del sol al borde de las aguas.
La instalación juega con las narraciones y las distintas variaciones entre las imágenes que aparecen en las tres pantallas, hago las paces con el formato multicanal y reconozco las posibilidades aquí exploradas, dejo vagar mi atención y descubro detalles.
La obra muestra corporalidades híbridas y frontalidades incómodas, habla de posibilidades que desbordan los moldes y la norma social. En las imágenes se sugiere una violencia latente, contenida, que despierta la fragilidad de un cuerpo que se exhibe sin pudores: castigo por provocar el deseo. La proyección termina con las tres imágenes del incendio con las que inicia. Esta sirena posa para la cámara como si de un carnaval o un certamen de belleza se tratara, pero a condición de que a su alrededor el mundo (y su propia imagen) ardan.
Conversación con Simon(e) Jaikiruma Paetau y Nadia Granados en la noche del domingo 12 de septiembre
JuanaSchlenker: Quisiera que me contaran un poco sobre el proceso que tuvieron al hacer este trabajo. Nadia me comentó que trabajaron una buena parte a distancia.
Simon(e) Jaikiruma Paetau: Yo fui al Festival de Cine de Cartagena el año pasado y había un virus y el Festival se canceló. Yo estaba en la costa y visité a una amiga artista, María Elvira Dieppa, en Puerto Colombia. Yo la iba a visitar una semana y esa semana se convirtió en cuatro meses. Quedé atrapada con mi marido y mi mejor amigo. Ya habíamos hecho unas improvisaciones con Nadia acá cuando estábamos viviendo juntas. Y yo le dije: ¡Mándame la cámara! Estoy súper aburrida, necesito hacer algo.
NadiaGranados: ¡No fue así!
S: ¿No?
N: No, primero empezamos a hacer interacciones y dijimos ¿por qué no seguimos haciendo algo? Y tu hiciste lo de la rama. Y después, como no tenías cámara, te la mandé para que la grabación fuera de mejor calidad. Pero ya habíamos decidido hacer algo juntas.
S: ¡Sí! Es cierto! Yo cogí una rama, una palma, me la puse en el pecho y Nadia dijo: ¿Qué pasa si la volteas? Es como la cola de un pescado. Nadia hizo ese dibujo que aparece en la instalación y, de ese dibujo, yo hice un reenactment de la Mojana. Entonces siempre fue un diálogo a la distancia. Y así también llegamos al mito, primero de las sirenas y luego, viendo qué mitos regionales había para tomar uno colombiano, llegamos al tema de la violencia y del castigo de esa criatura femenina.
J: Entonces, ¿fue jugando un poco con esa palma, con esa cola, que surgió la figura de la instalación?
N: Si, fue un juego, un poco arbitrario. Yo estaba empezando a trabajar con un pez. Y ella estaba en la costa y dije: ¡juntemos pescados! Y vamos a ver qué pasa. Inicialmente era una cosa intuitiva. Después, en el diálogo, empezaron a aparecer imágenes, por ejemplo el asunto del selfie en espacios que son absurdos, como el carnaval que no existe. Hablábamos en un momento de un lugar en el que ella estuviera sola, haciendo las poses sin nadie que la acoja, nadie está aplaudiendo ni está mirando. Una cámara subjetiva y una cámara externa en la que el personaje se ve allá solo, en una situación un poco absurda, donde esa felicidad del carnaval ya no está.
Explorando el lugar, Simon(e) encontró espacios que tenían un carácter seductor, como el del mico, donde está este monstruo que es como un gorila de esos que sacan al carnaval y ella se subió allá sola. Después, en Bogotá, lo hicimos juntas otra vez y ahí tuvimos unos días de proceso cortos y salimos a enfatizar ese asunto de esta persona que está en un lugar en el que no está siendo acogida, en la mitad del tráfico y expuesta a un peligro.
S: Siempre está ese riesgo sobre la cuerpa de una disidencia de género. Me pregunto por qué mi cuerpa cuando estoy trepada recibe ese tipo de violencia. Por eso queríamos hablar de una cultura que es obviamente muy particular, porque partimos de la Mojana; pero se puede hablar también de la Patasola, a la que le cortan la pierna, y también de la quema de brujas en Europa y de la importación con la conquista de ese castigo a ese ser que es un monstruo y a la vez es muy deseado. La Sirena es supuestamente un estándar de belleza, pero a la vez es un monstruo. Y eso nos interesaba mucho.
N: Por otro lado estábamos en medio de un proceso creativo, enviándonos archivos con videos, fotos, dibujos. La imagen del muñequito en la playa yo la envié como un dibujo y Simon(e) la convirtió en un objeto, la imprimió. Yo había hecho algo similar hace unos años con una novia que tenía. Me hice un dibujo y en todos los viajes la ponía a acompañarme al lado, como si estuviera ese ser ahí. Pero también es jugar con una cosa que es de papel, que se puede arrugar, que se puede quemar. Yo vengo de la escultura y de la conciencia de que los objetos tienen una materia. Y, al jugar con eso, en términos de la representación, efectivamente estamos siendo conscientes de que estamos jugando con material audiovisual, gráfico y con archivos. Esa conciencia atraviesa todo. Tuvimos muchas conversaciones que grabábamos pensando que eran también un material, aunque nunca las usamos. Por ejemplo hay una imagen en la que Simon(e) aparece con una ramita y eso fue una entrevista que ella estaba dando online. Yo la grabé como parte del experimento.
J: Hay partes del audio que parecieran fragmentos de una conversación entre ustedes
N: No, son partes de un texto. De la lectura de un texto que se llama Orden y caos de un señor de apellido Cortés. Al final dijimos: vamos a buscarle un fondo a esto. Y ese es un texto que yo leí en la universidad cuando tenía 18 años. Es un estudio sobre los monstruos y las representaciones femeninas de los monstruos, yo tenía en la cabeza esa frase que dice que si los monstruos nos asustan es porque nos muestran aquello que queremos ocultar de nosotros mismos, nos develan ese otro lado. Después trabajamos con Aérea Negrot que hizo una relectura de esos textos. Incluso un texto de los que están ahí lo vamos a volver a trabajar, porque es un archivo de Youtube en el que hay un hombre que dice: “Se dice que las sirenas van a seducirte con su voz. Se dice que las sirenas pueden adormecerte…” ¡Es muy cursi la manera que lo relata! Aérea lo hizo con su voz, ahora tenemos ganas de poner el archivo original. ¡Es un archivo de avistamiento de sirenas en Youtube con un millón de vistas! Hay una cosa ahí que no se sabe qué es!
J: ¿Como avistamiento de ovnis?
N: ¡Exacto! ¡Avistamiento de sirenas! Hay varios videos, buscamos también ese tipo de cosas, de archivos relacionados, ese era muy divertido. Al final Aérea hizo casi todas las voces. Hace varios personajes, hablando en primera persona, hablando desde afuera y comentando. De pronto nos gustaría que una de las voces fuera el archivo original. Pero no sé si lo vayamos a cambiar.
J: Nadia, tu hablabas de la escultura. Creo que en tu trabajo tienes varias piezas que son muy escultóricas. Generalmente usas tu corporalidad en tus trabajos. ¿Cómo fue ese trabajo con Simon(e)?, ¿cómo fue trabajar con esa corporalidad que no era tuya?
N: Yo no sé por qué yo no puse el cuerpo. No tenía ganas de hacer performance el año pasado. Y el cuerpo que estaba presente era el de Simon(e). Yo empecé a trabajar con el pescado. Y ya el pescado se vinculó con Simon(e). El pescado es un cadáver. Una pregunta sobre una cosa muerta y una cosa que se vuelve una foto, una cosa que empieza a hablar de algo que no importa, como esos cuerpos que no importan. Hay un libro, Vidas que importan, de Butler, que habla un poco de que hay cuerpos que no valen nada. Yo venía con esa pregunta en relación con las vidas de las disidencias sexuales, o disidentes de cualquier clase. ¿Cómo se pone al otro en un lugar de negación para vulnerar su vida? Eso no es evidente, pero iba en la pregunta sobre el pescado, el cadáver que yo me iba a comer: “Comedores de cadáveres”. Eso desapareció, pero estaba en el inicio de la imagen y tiene que ver con aproximarse a la cosa como un objeto.
Y las performances que Simon(e) estaba ejecutando las discutíamos, ¿dónde puede ser?, ¿qué movimientos? Por ejemplo, lo del fuego lo íbamos a hacer en la playa, pero no se pudo porque había mucho viento. Simon(e) prácticamente se estaba grabando sola. Con una persona que obturaba la cámara. Yo hago eso, pongo la cámara, miro, y me grabo, y Simon(e) hizo eso varias veces sola, decidir el cuadro y poner a grabar. Yo no sé por qué yo no puse el cuerpo.
Vivir con Simon(e) para mí era vivir con alguien que admiras mucho, un gran artista, entonces dije hagamos algo juntas. Sin embargo, el primer ejercicio desapareció prácticamente de la película. Quedaron solo dos imágenes. Una es la de envolver el cuerpo con la cuerda, hicimos una parte larguísima, al final desapareció esa parte casi totalmente.
J: Creo que la figura con la palma tiene mucha fuerza y la buganvilia en la cabeza…
S: Es interesante, porque alguien que conoce el trabajo de Nadia preguntó ayer en la visita guiada por qué el cuerpo de Nadia no estaba. Y yo siento que el cuerpo está pero de otra forma.
N: Si, yo también me lo preguntaba. De pronto podría haber hecho performances acá y enviarlos y dialogar con los dos cuerpos, pero en términos de disidencia creo que la fuerza de feminidad de Simon(e) es distinta a la feminidad que yo performo. La de Simon(e) tiene un riesgo mucho mayor. Nos ubicamos en ese lado. Yo estaba performando feminidad en mi vida cotidiana. (risas)
J: Simon(e), yo conozco tu obra Mila Caos (2011) y El susurro del Jaguar (2017). En esas obras hay también exposición, pero en ellas te mueves en un ambiente de producción que está hecho para captar esas imágenes. Aquí veo que hay unos escenarios en los que te estás exponiendo realmente. Hay una cámara, hay una exposición al medio; creo que eso tiene que ver con lo que estaban buscando con esas imágenes. ¿Cómo fue esa experiencia?
S: Para mí es un sueño encontrar ese espacio entre performance y cine. Mila Caos obviamente habla del cuerpo y de la performatividad dentro del cine, pero desde una perspectiva muy narrativa, clásica. Yo cada vez me pregunto más por otros procesos. ¿Qué quiere decir hacer un cine queer? Que no solamente hable de la representación de un personaje de una disidencia sexual o de género sino también de la forma como se hace. Y también de la sinceridad, usando mi propia cuerpa de manera que ya no esté mediada por una representación, sino que es mi carne y mis huesos, lo que yo tengo. Desde el 2014 empecé a experimentar mucho y a hacer performances. Porque en el cine narrativo me faltaba una salida creativa, porque los procesos son tan largos, tan patriarcales. Uno no capta el momento de creación, eso que tiene el performance, esa inmediatez, esa cosa que es también efímera. Fue muy lindo con Nadia ese diálogo porque sentía que, por primera vez, podía explorarlo. También, después, la forma en la que se expande a tres pantallas. Yo creo que quiero explorar ese mundo mucho más, creo que hay mucho en ese espacio híbrido.
J: Ya que mencionan las tres pantallas, quería preguntarles por la decisión y el proceso de edición. ¿Ya habían usado ese formato?
N: No, esa fue la primera vez. Fue gracias a la invitación de la Cinemateca y el Goethe Institute.
S: La idea de las tres pantallas fue nuestra. Ellos dijeron que podíamos expandir el formato. Y eso fue lo que salió.
N: Al final fue chido porque teníamos la oportunidad de incluir una cantidad de archivos descalificados en el corto. Al final, por ejemplo, la quema era una imagen muy preciosa. Pero en el corto quedó muy corta la imagen. Habíamos descartado la escena en la que está Simon(e) acostada, con el fuego atrás. La instalación permitió que hiciéramos una espacialidad y también la posibilidad de tener esas imágenes simultáneas que no hacen una composición de paisaje, sino más bien un relato simultáneo, que nos lleva a muchos lugares. Es un trabajo realmente muy experimental que fue apareciendo. No teníamos un guion. Tuvimos muchas conversaciones sobre qué nos gustaba, por dónde, qué rumbo tomar. Cuando aparecieron los textos también. En dónde acomodarlos…El trabajo de Aérea fue también muy importante, porque teníamos un trabajo sin sonido, eran solamente ruidos. Poco a poco se fue logrando el todo, descartando cosas, con discusiones larguísimas. Cuando Simon(e) estaba en Puerto Colombia nos sentábamos a hablar por zoom por horas. Al final cuando estuvimos juntas no trabajamos tanto.
J: Cuando estuvieron juntas, ¿cómo fue la grabación de esas secuencias?
S: Fueron días contados, yo estaba entre Berlin y Bogotá. El trabajo mayor se hizo a distancia, justo en la época de la pandemia. Hay algo de la atemporalidad que las tres pantallas permite. Trabajar como un cuerpo que en ese momento fue, y después la foto de ese cuerpo que ya no es porque pasó el tiempo. La representación de ese cuerpo y después la quema del cuerpo, para mí también es un poco ponerse: aunque una de nosotras desaparezca, somos el legado de muchas que han estado antes de nosotras. Aunque el cuerpo desaparece, queda la imagen en el tiempo. Siento que eso en la instalación es muy fuerte, que esas cosas puedan estar a la vez, simultáneas. Me encanta crear el sonido después. También lo hicimos en El susurro del jaguar. Recreamos completamente el sonido con esta artista Aérea Negrot que es como una hermana. Hay frases que son casi como un lipsing, un fuera de sinc. Alguien me preguntó por la razón. Yo creo que, como sujetos queer, estamos siempre fuera de sinc, siempre estamos fallando con estar en sinc con el mundo y el tiempo, entonces me gusta esa idea.
J: Simon(e), mencionabas esta dimensión del castigo en la Mojana. Creo que está latente el peligro, es evidente ese peligro que corre tu cuerpa, en la mitad de la calle, entre los carros. ¿Cómo sentiste tu esa experiencia de grabar en la ciudad?
S: Fue muy interesante. Con una hermana hablamos mucho del trepa, de que cuando hay una cámara hay cierta seguridad porque la gente piensa que es un espectáculo. Y eso es muy loco. La gente lo ve como un espectáculo, la gente filma, reacciona. Es el espectáculo de lo queer como lo divertido. Para nosotras, cuando es el día a día, es mucho más peligroso, estar en el metro en Berlín, o en el Transmilenio, donde no hay una cámara que te pueda observar y que de cierta forma protege y te da una seguridad, porque en cualquier momento se puede voltear.
N: Pero hicimos dos sesiones de grabación en que estabas sola. En la Macarena, Simon(e) está sola allá, en la mitad de la nada. Yo la estaba captando desde las Torres del Parque, desde el 7 o 10 piso. A mí me encanta el zoom, entonces la seguía con el zoom. La otra toma en La Caracas también es con zoom. Estaba sola allá abajo, yo estaba lejísimos haciendo zoom. Ahí había un riesgo mayor. De hecho en la Macarena se ve bastante inhóspita la situación. También en La Caracas. La toma cuando repta es aquí en frente de la casa. Esa fue una toma muy rápida.
S: Es verdad, ahí la cámara no es visible. Es raro, yo siento que el performance es algo muy sanador. Cuando uno está adentro no nota el peligro. Soy mucho más consciente del peligro cuando estoy trepada y es un día corriente. Jamás cojo un metro en Berlín ni tampoco voy en Transmilenio de noche. Ahí sí estoy superconsciente de la violencia y del riesgo. Pero cuando estoy performando…
N: El riesgo se asume de otra manera, el performance lo protege a uno, o lo pone en el “todo o nada”. Cuando yo estoy en performance no me da miedo nada, ¡espero quemarlo todo!
J: Bueno, y ahora ¿qué viene? ¿Qué proyectos tienen?
N: Vamos en noviembre a Kassel con esta videoinstalación que fue seleccionada. Estoy ahora con un proyecto grande que se llama Colombianización que es mucho video performance, les contaré cuando salga. Se inaugura el 13 de enero en la Galería Santa Fe. Es una lectura sobre la estigmatización que sufre este país en el extranjero, como si fuera una enfermedad, con relación a la narco-cultura y a la violencia macha, a las representaciones del patrón, del sicario, del empresario y esas cosas. Hemos estado trabajando en eso, Simon(e) ha hecho varios personajes para mi proyecto. Estuvo haciendo de hipermacho y luego otra vez de ella misma. Hemos estado colaborando en ese proyecto. Muy invitados. Simon(e) va a hacer una película con la Red y yo espero colaborar de alguna manera. He trabajado mucho con el proceso del performance y con las chicas de la Red y de alguna manera quiero colaborar.
S: En diciembre empezamos un proyecto de una película que se inició hace dos años, pero que por la pandemia no se pudo hacer. Es como una ciencia ficción transfuturista en la que cada uno de los personajes crea un personaje. Es una codirección con Daniela Maldonado, que es la fundadora de la Red Comunitaria Trans, también artista y curadora. Cada vez me cuestiono más esos procesos y cómo podemos ser más contundentes con lo que decimos y con crear otras estructuras de creación y producción, hasta con el medio ambiente.
La video instalación Mojana se puede ver en la sala E de la Cinemateca de Bogotá hasta el 26 de septiembre.
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MOJANA
Sobre la videoinstalación Mojana, de Nadia Granados y Simon(e) Jaikiruma Paetau
Una sala fría de la Cinemateca en una tarde de sábado bogotana. Entro en el espacio oscuro y la proyección ya comenzó. Hago nota mental de quedarme hasta el final y volver a ver el inicio para entender en qué punto llegué. Me siento en el piso. Trato de mantener la concentración entre las tres pantallas. No es fácil, debe ser la costumbre de una sola pantalla, un solo punto de atención, el video monocanal.
En las pantallas que ocupan tres paredes enteras de la sala se repite una figura semidesnuda en una pose frontal de reina de belleza con las manos en la cintura y una hoja de palma atada a la parte inferior del cuerpo. En la pantalla de la izquierda está recostada de medio lado en el piso. En la pantalla de la derecha se ve la imagen impresa a tamaño natural rodeada por fósforos, como la silueta de un puercoespín. Hay fuego en todas las pantallas. En la primera es el fondo: un incendio sobre el que se recorta la figura en primer plano; en otra, es una antorcha que el personaje sostiene en la mano; en la tercera, la de los fósforos, es la imagen misma que se quema. Incendios que desprenden luces rojas y amarillas que contrastan con el azul del crepúsculo en el que se suceden las acciones. Los sonidos de la naturaleza se mezclan con el crepitar del fuego. De entrada quedo intrigada: ¿de qué se tratan esos incendios repetidos con variaciones?
Del fuego pasamos al agua. Una luz recorre el horizonte de un paisaje marino justo cuando el cielo y el mar se tocan. El recorrido inicia por la izquierda y atraviesa, en orden, las tres pantallas. Agradezco el recorrido; le da orden a mi atención dispersa.
Bajo la superficie en aparente calma se agita una presencia. Recuerdo la descripción de la instalación que aparece en la programación de la Cinemateca y que anuncia que la Mojana es el espíritu del agua que se presenta como una sirena seductora y devoradora de hombres, mitad humana, mitad pez. En la instalación, se trata de una figura hermosa con una cola hecha con una hoja de palma, con la cabeza rapada y adornada con flores de buganvilia de color fucsia. Un ser imaginado, dibujado y materializado. Dibujado por Nadia Granados y materializado por Simon(e) Jaikiruma Paetau, las dos artistas que se unieron para dar origen a esta video instalación. La obra fue hecha en su mayor parte a distancia. Simón(e) en Puerto Colombia y Nadia en Bogotá. Nadia cuenta que sostuvieron una correspondencia de ideas y materiales y que así fueron desarrollando la pieza antes de encontrarse en Bogotá y grabar las secuencias que suceden en la ciudad.
Este ser híbrido, entre humano y animal, ni hombre ni mujer, se exhibe, posa, se deja admirar, manda besos a la cámara. Encarna deseo y fragilidad. Por momentos se convierte en un animal que repta por encima de los desperdicios que se acumulan en la playa y por las calles inclinadas de la ciudad. Entaconado y semidesnudo, su piel contrasta con la textura áspera y la temperatura fría del asfalto. Un cuerpo que se encuentra en el umbral, en constante transformación, que escapa cualquier intento de definición.
Se convierte por momentos en el cadáver monstruoso de una mojarra que flota entre las aguas estancadas de las calles de la ciudad. De la playa de arenas claras, las imágenes transportan al agua negra de los charcos que se forman contra los andenes; imágenes que me sacuden de cualquier visión idílica que pudiera estar proyectando sobre paraísos caribeños.
El cuerpo de la mojarra se vuelve un molde, un stencil, en el que el pez sólo encaja en su condición de cadáver. La vida se escapa por los bordes. En la escena de la luz que recorre el horizonte entre el cielo y el mar, el agua en la pantalla del medio está contenida en una botella. Espíritu contenido, atrapado. El cuerpo de Simon(e) aparece atado por cuerdas. Espíritu que se desborda, que no cabe en el molde.
La sirena, que con voz melodiosa encanta a los hombres y los lleva a su perdición desde los tiempos de la Odisea, representa el nexo entre el principio del placer y la pulsión de muerte. Por momentos, las imágenes de la instalación recuerdan a algunas figuras de la serie Cremaster de Matthew Barney. Sátiros andróginos, mitad animales, mitad humanos. Límites que se cruzan, cuerpos incómodos y provocativos. Pero Mojana se refiere a una geografía precisa y a la mitología caribe; un espíritu femenino hermoso y peligroso, devora-hombres, que aparece a la caída del sol al borde de las aguas.
La instalación juega con las narraciones y las distintas variaciones entre las imágenes que aparecen en las tres pantallas, hago las paces con el formato multicanal y reconozco las posibilidades aquí exploradas, dejo vagar mi atención y descubro detalles.
La obra muestra corporalidades híbridas y frontalidades incómodas, habla de posibilidades que desbordan los moldes y la norma social. En las imágenes se sugiere una violencia latente, contenida, que despierta la fragilidad de un cuerpo que se exhibe sin pudores: castigo por provocar el deseo. La proyección termina con las tres imágenes del incendio con las que inicia. Esta sirena posa para la cámara como si de un carnaval o un certamen de belleza se tratara, pero a condición de que a su alrededor el mundo (y su propia imagen) ardan.
Conversación con Simon(e) Jaikiruma Paetau y Nadia Granados en la noche del domingo 12 de septiembre
Juana Schlenker: Quisiera que me contaran un poco sobre el proceso que tuvieron al hacer este trabajo. Nadia me comentó que trabajaron una buena parte a distancia.
Simon(e) Jaikiruma Paetau: Yo fui al Festival de Cine de Cartagena el año pasado y había un virus y el Festival se canceló. Yo estaba en la costa y visité a una amiga artista, María Elvira Dieppa, en Puerto Colombia. Yo la iba a visitar una semana y esa semana se convirtió en cuatro meses. Quedé atrapada con mi marido y mi mejor amigo. Ya habíamos hecho unas improvisaciones con Nadia acá cuando estábamos viviendo juntas. Y yo le dije: ¡Mándame la cámara! Estoy súper aburrida, necesito hacer algo.
Nadia Granados: ¡No fue así!
S: ¿No?
N: No, primero empezamos a hacer interacciones y dijimos ¿por qué no seguimos haciendo algo? Y tu hiciste lo de la rama. Y después, como no tenías cámara, te la mandé para que la grabación fuera de mejor calidad. Pero ya habíamos decidido hacer algo juntas.
S: ¡Sí! Es cierto! Yo cogí una rama, una palma, me la puse en el pecho y Nadia dijo: ¿Qué pasa si la volteas? Es como la cola de un pescado. Nadia hizo ese dibujo que aparece en la instalación y, de ese dibujo, yo hice un reenactment de la Mojana. Entonces siempre fue un diálogo a la distancia. Y así también llegamos al mito, primero de las sirenas y luego, viendo qué mitos regionales había para tomar uno colombiano, llegamos al tema de la violencia y del castigo de esa criatura femenina.
J: Entonces, ¿fue jugando un poco con esa palma, con esa cola, que surgió la figura de la instalación?
N: Si, fue un juego, un poco arbitrario. Yo estaba empezando a trabajar con un pez. Y ella estaba en la costa y dije: ¡juntemos pescados! Y vamos a ver qué pasa. Inicialmente era una cosa intuitiva. Después, en el diálogo, empezaron a aparecer imágenes, por ejemplo el asunto del selfie en espacios que son absurdos, como el carnaval que no existe. Hablábamos en un momento de un lugar en el que ella estuviera sola, haciendo las poses sin nadie que la acoja, nadie está aplaudiendo ni está mirando. Una cámara subjetiva y una cámara externa en la que el personaje se ve allá solo, en una situación un poco absurda, donde esa felicidad del carnaval ya no está.
Explorando el lugar, Simon(e) encontró espacios que tenían un carácter seductor, como el del mico, donde está este monstruo que es como un gorila de esos que sacan al carnaval y ella se subió allá sola. Después, en Bogotá, lo hicimos juntas otra vez y ahí tuvimos unos días de proceso cortos y salimos a enfatizar ese asunto de esta persona que está en un lugar en el que no está siendo acogida, en la mitad del tráfico y expuesta a un peligro.
S: Siempre está ese riesgo sobre la cuerpa de una disidencia de género. Me pregunto por qué mi cuerpa cuando estoy trepada recibe ese tipo de violencia. Por eso queríamos hablar de una cultura que es obviamente muy particular, porque partimos de la Mojana; pero se puede hablar también de la Patasola, a la que le cortan la pierna, y también de la quema de brujas en Europa y de la importación con la conquista de ese castigo a ese ser que es un monstruo y a la vez es muy deseado. La Sirena es supuestamente un estándar de belleza, pero a la vez es un monstruo. Y eso nos interesaba mucho.
N: Por otro lado estábamos en medio de un proceso creativo, enviándonos archivos con videos, fotos, dibujos. La imagen del muñequito en la playa yo la envié como un dibujo y Simon(e) la convirtió en un objeto, la imprimió. Yo había hecho algo similar hace unos años con una novia que tenía. Me hice un dibujo y en todos los viajes la ponía a acompañarme al lado, como si estuviera ese ser ahí. Pero también es jugar con una cosa que es de papel, que se puede arrugar, que se puede quemar. Yo vengo de la escultura y de la conciencia de que los objetos tienen una materia. Y, al jugar con eso, en términos de la representación, efectivamente estamos siendo conscientes de que estamos jugando con material audiovisual, gráfico y con archivos. Esa conciencia atraviesa todo. Tuvimos muchas conversaciones que grabábamos pensando que eran también un material, aunque nunca las usamos. Por ejemplo hay una imagen en la que Simon(e) aparece con una ramita y eso fue una entrevista que ella estaba dando online. Yo la grabé como parte del experimento.
J: Hay partes del audio que parecieran fragmentos de una conversación entre ustedes
N: No, son partes de un texto. De la lectura de un texto que se llama Orden y caos de un señor de apellido Cortés. Al final dijimos: vamos a buscarle un fondo a esto. Y ese es un texto que yo leí en la universidad cuando tenía 18 años. Es un estudio sobre los monstruos y las representaciones femeninas de los monstruos, yo tenía en la cabeza esa frase que dice que si los monstruos nos asustan es porque nos muestran aquello que queremos ocultar de nosotros mismos, nos develan ese otro lado. Después trabajamos con Aérea Negrot que hizo una relectura de esos textos. Incluso un texto de los que están ahí lo vamos a volver a trabajar, porque es un archivo de Youtube en el que hay un hombre que dice: “Se dice que las sirenas van a seducirte con su voz. Se dice que las sirenas pueden adormecerte…” ¡Es muy cursi la manera que lo relata! Aérea lo hizo con su voz, ahora tenemos ganas de poner el archivo original. ¡Es un archivo de avistamiento de sirenas en Youtube con un millón de vistas! Hay una cosa ahí que no se sabe qué es!
J: ¿Como avistamiento de ovnis?
N: ¡Exacto! ¡Avistamiento de sirenas! Hay varios videos, buscamos también ese tipo de cosas, de archivos relacionados, ese era muy divertido. Al final Aérea hizo casi todas las voces. Hace varios personajes, hablando en primera persona, hablando desde afuera y comentando. De pronto nos gustaría que una de las voces fuera el archivo original. Pero no sé si lo vayamos a cambiar.
J: Nadia, tu hablabas de la escultura. Creo que en tu trabajo tienes varias piezas que son muy escultóricas. Generalmente usas tu corporalidad en tus trabajos. ¿Cómo fue ese trabajo con Simon(e)?, ¿cómo fue trabajar con esa corporalidad que no era tuya?
N: Yo no sé por qué yo no puse el cuerpo. No tenía ganas de hacer performance el año pasado. Y el cuerpo que estaba presente era el de Simon(e). Yo empecé a trabajar con el pescado. Y ya el pescado se vinculó con Simon(e). El pescado es un cadáver. Una pregunta sobre una cosa muerta y una cosa que se vuelve una foto, una cosa que empieza a hablar de algo que no importa, como esos cuerpos que no importan. Hay un libro, Vidas que importan, de Butler, que habla un poco de que hay cuerpos que no valen nada. Yo venía con esa pregunta en relación con las vidas de las disidencias sexuales, o disidentes de cualquier clase. ¿Cómo se pone al otro en un lugar de negación para vulnerar su vida? Eso no es evidente, pero iba en la pregunta sobre el pescado, el cadáver que yo me iba a comer: “Comedores de cadáveres”. Eso desapareció, pero estaba en el inicio de la imagen y tiene que ver con aproximarse a la cosa como un objeto.
Y las performances que Simon(e) estaba ejecutando las discutíamos, ¿dónde puede ser?, ¿qué movimientos? Por ejemplo, lo del fuego lo íbamos a hacer en la playa, pero no se pudo porque había mucho viento. Simon(e) prácticamente se estaba grabando sola. Con una persona que obturaba la cámara. Yo hago eso, pongo la cámara, miro, y me grabo, y Simon(e) hizo eso varias veces sola, decidir el cuadro y poner a grabar. Yo no sé por qué yo no puse el cuerpo.
Vivir con Simon(e) para mí era vivir con alguien que admiras mucho, un gran artista, entonces dije hagamos algo juntas. Sin embargo, el primer ejercicio desapareció prácticamente de la película. Quedaron solo dos imágenes. Una es la de envolver el cuerpo con la cuerda, hicimos una parte larguísima, al final desapareció esa parte casi totalmente.
J: Creo que la figura con la palma tiene mucha fuerza y la buganvilia en la cabeza…
S: Es interesante, porque alguien que conoce el trabajo de Nadia preguntó ayer en la visita guiada por qué el cuerpo de Nadia no estaba. Y yo siento que el cuerpo está pero de otra forma.
N: Si, yo también me lo preguntaba. De pronto podría haber hecho performances acá y enviarlos y dialogar con los dos cuerpos, pero en términos de disidencia creo que la fuerza de feminidad de Simon(e) es distinta a la feminidad que yo performo. La de Simon(e) tiene un riesgo mucho mayor. Nos ubicamos en ese lado. Yo estaba performando feminidad en mi vida cotidiana. (risas)
J: Simon(e), yo conozco tu obra Mila Caos (2011) y El susurro del Jaguar (2017). En esas obras hay también exposición, pero en ellas te mueves en un ambiente de producción que está hecho para captar esas imágenes. Aquí veo que hay unos escenarios en los que te estás exponiendo realmente. Hay una cámara, hay una exposición al medio; creo que eso tiene que ver con lo que estaban buscando con esas imágenes. ¿Cómo fue esa experiencia?
S: Para mí es un sueño encontrar ese espacio entre performance y cine. Mila Caos obviamente habla del cuerpo y de la performatividad dentro del cine, pero desde una perspectiva muy narrativa, clásica. Yo cada vez me pregunto más por otros procesos. ¿Qué quiere decir hacer un cine queer? Que no solamente hable de la representación de un personaje de una disidencia sexual o de género sino también de la forma como se hace. Y también de la sinceridad, usando mi propia cuerpa de manera que ya no esté mediada por una representación, sino que es mi carne y mis huesos, lo que yo tengo. Desde el 2014 empecé a experimentar mucho y a hacer performances. Porque en el cine narrativo me faltaba una salida creativa, porque los procesos son tan largos, tan patriarcales. Uno no capta el momento de creación, eso que tiene el performance, esa inmediatez, esa cosa que es también efímera. Fue muy lindo con Nadia ese diálogo porque sentía que, por primera vez, podía explorarlo. También, después, la forma en la que se expande a tres pantallas. Yo creo que quiero explorar ese mundo mucho más, creo que hay mucho en ese espacio híbrido.
J: Ya que mencionan las tres pantallas, quería preguntarles por la decisión y el proceso de edición. ¿Ya habían usado ese formato?
N: No, esa fue la primera vez. Fue gracias a la invitación de la Cinemateca y el Goethe Institute.
S: La idea de las tres pantallas fue nuestra. Ellos dijeron que podíamos expandir el formato. Y eso fue lo que salió.
N: Al final fue chido porque teníamos la oportunidad de incluir una cantidad de archivos descalificados en el corto. Al final, por ejemplo, la quema era una imagen muy preciosa. Pero en el corto quedó muy corta la imagen. Habíamos descartado la escena en la que está Simon(e) acostada, con el fuego atrás. La instalación permitió que hiciéramos una espacialidad y también la posibilidad de tener esas imágenes simultáneas que no hacen una composición de paisaje, sino más bien un relato simultáneo, que nos lleva a muchos lugares. Es un trabajo realmente muy experimental que fue apareciendo. No teníamos un guion. Tuvimos muchas conversaciones sobre qué nos gustaba, por dónde, qué rumbo tomar. Cuando aparecieron los textos también. En dónde acomodarlos…El trabajo de Aérea fue también muy importante, porque teníamos un trabajo sin sonido, eran solamente ruidos. Poco a poco se fue logrando el todo, descartando cosas, con discusiones larguísimas. Cuando Simon(e) estaba en Puerto Colombia nos sentábamos a hablar por zoom por horas. Al final cuando estuvimos juntas no trabajamos tanto.
J: Cuando estuvieron juntas, ¿cómo fue la grabación de esas secuencias?
S: Fueron días contados, yo estaba entre Berlin y Bogotá. El trabajo mayor se hizo a distancia, justo en la época de la pandemia. Hay algo de la atemporalidad que las tres pantallas permite. Trabajar como un cuerpo que en ese momento fue, y después la foto de ese cuerpo que ya no es porque pasó el tiempo. La representación de ese cuerpo y después la quema del cuerpo, para mí también es un poco ponerse: aunque una de nosotras desaparezca, somos el legado de muchas que han estado antes de nosotras. Aunque el cuerpo desaparece, queda la imagen en el tiempo. Siento que eso en la instalación es muy fuerte, que esas cosas puedan estar a la vez, simultáneas. Me encanta crear el sonido después. También lo hicimos en El susurro del jaguar. Recreamos completamente el sonido con esta artista Aérea Negrot que es como una hermana. Hay frases que son casi como un lipsing, un fuera de sinc. Alguien me preguntó por la razón. Yo creo que, como sujetos queer, estamos siempre fuera de sinc, siempre estamos fallando con estar en sinc con el mundo y el tiempo, entonces me gusta esa idea.
J: Simon(e), mencionabas esta dimensión del castigo en la Mojana. Creo que está latente el peligro, es evidente ese peligro que corre tu cuerpa, en la mitad de la calle, entre los carros. ¿Cómo sentiste tu esa experiencia de grabar en la ciudad?
S: Fue muy interesante. Con una hermana hablamos mucho del trepa, de que cuando hay una cámara hay cierta seguridad porque la gente piensa que es un espectáculo. Y eso es muy loco. La gente lo ve como un espectáculo, la gente filma, reacciona. Es el espectáculo de lo queer como lo divertido. Para nosotras, cuando es el día a día, es mucho más peligroso, estar en el metro en Berlín, o en el Transmilenio, donde no hay una cámara que te pueda observar y que de cierta forma protege y te da una seguridad, porque en cualquier momento se puede voltear.
N: Pero hicimos dos sesiones de grabación en que estabas sola. En la Macarena, Simon(e) está sola allá, en la mitad de la nada. Yo la estaba captando desde las Torres del Parque, desde el 7 o 10 piso. A mí me encanta el zoom, entonces la seguía con el zoom. La otra toma en La Caracas también es con zoom. Estaba sola allá abajo, yo estaba lejísimos haciendo zoom. Ahí había un riesgo mayor. De hecho en la Macarena se ve bastante inhóspita la situación. También en La Caracas. La toma cuando repta es aquí en frente de la casa. Esa fue una toma muy rápida.
S: Es verdad, ahí la cámara no es visible. Es raro, yo siento que el performance es algo muy sanador. Cuando uno está adentro no nota el peligro. Soy mucho más consciente del peligro cuando estoy trepada y es un día corriente. Jamás cojo un metro en Berlín ni tampoco voy en Transmilenio de noche. Ahí sí estoy superconsciente de la violencia y del riesgo. Pero cuando estoy performando…
N: El riesgo se asume de otra manera, el performance lo protege a uno, o lo pone en el “todo o nada”. Cuando yo estoy en performance no me da miedo nada, ¡espero quemarlo todo!
J: Bueno, y ahora ¿qué viene? ¿Qué proyectos tienen?
N: Vamos en noviembre a Kassel con esta videoinstalación que fue seleccionada. Estoy ahora con un proyecto grande que se llama Colombianización que es mucho video performance, les contaré cuando salga. Se inaugura el 13 de enero en la Galería Santa Fe. Es una lectura sobre la estigmatización que sufre este país en el extranjero, como si fuera una enfermedad, con relación a la narco-cultura y a la violencia macha, a las representaciones del patrón, del sicario, del empresario y esas cosas. Hemos estado trabajando en eso, Simon(e) ha hecho varios personajes para mi proyecto. Estuvo haciendo de hipermacho y luego otra vez de ella misma. Hemos estado colaborando en ese proyecto. Muy invitados. Simon(e) va a hacer una película con la Red y yo espero colaborar de alguna manera. He trabajado mucho con el proceso del performance y con las chicas de la Red y de alguna manera quiero colaborar.
S: En diciembre empezamos un proyecto de una película que se inició hace dos años, pero que por la pandemia no se pudo hacer. Es como una ciencia ficción transfuturista en la que cada uno de los personajes crea un personaje. Es una codirección con Daniela Maldonado, que es la fundadora de la Red Comunitaria Trans, también artista y curadora. Cada vez me cuestiono más esos procesos y cómo podemos ser más contundentes con lo que decimos y con crear otras estructuras de creación y producción, hasta con el medio ambiente.
La video instalación Mojana se puede ver en la sala E de la Cinemateca de Bogotá hasta el 26 de septiembre.
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