A partir de este número, Alvaro D. Ruiz se ocupará de revisar cortometrajes estrenados de manera gratuita en internet. La bandera de estos pequeños textos que inician acá es responder a la importancia que merece el cortometraje. Para inaugurar se ocupa de dos trabajos que pasaron por el Festival de cine de Sundance.
No es un secreto que Internet ha revolucionado la forma cómo hoy accedemos al cine fuera de su hábitat natural, las salas. Sin embargo, en el caso del cine corto –esas películas que por su duración no llegan a nuestras salas comerciales y que también merecen ser vistas, premiadas, discutidas, queridas, odiadas–, Internet se ha convertido en el único medio por el cual muchas de estas obras llegan a nuestros ojos. Claro, no basta con publicar estas películas en una plataforma pues, como bien sabemos, allá en el caos ordenado que es la red, estas se pierden entre los incontables minutos de video subidos día a día si no hay un faro que las haga visibles. Es por esto que, en cada edición de Cero en Conducta, me daré a la tarea de traer a la luz dos cortos que considero valiosos y que hayan sido recientemente estrenados gratuitamente en internet.
Es esta ocasión me ocupo de los trabajos de ficción de dos directoras norteamericanas que tienen varias similitudes: fueron ganadoras en Sundance, sus historias tienen protagonistas femeninos y actualmente cada una se encuentra dando el paso al largometraje. Ellas son: Anu Valia de Estados Unidos y Geneviève Dulude-De Celles de Canadá. Los cortos de estas directoras, aunque con miradas distintas, bien saben aprovechar la libertad que otorga la independencia y la naturaleza no comercial de este formato. Estos trabajos, una vez más, demuestran que el cine corto importa y que este merece aún mucha más atención.
La vida suspendida
Lucia, Before And After ( Lucía, Antes y Después, 2017), de Ana Valia
Producido para Refinery29, una compañía de entretenimiento y medios digitales enfocada en contenido para mujeres jóvenes y que busca apoyar nuevas directoras, Lucía, Antes y Después es el tercero, y el más celebrado, de cinco cortometrajes en la carrera de la escritora y directora Anu Valia. Luego de su estreno en el festival de Sundance, donde obtuvo el premio del jurado en la categoría estadounidense de cortos de ficción, y de un recorrido por importantes certámenes internacionales, esta película fue estrenada este año en el portal especializado de cortos Short Of The Week (shortoftheweek.com) Lucía, Antes y Después retrata el viaje de una joven, Lucía, hasta el estado de Texas para tener un aborto. Sin embargo, ella se encuentra con una sorpresa, en ese estado, por ley, debe esperar 24 horas desde que se presenta a la clínica hasta el momento en que el aborto se pueda llevar a cabo. Retratada en colores vivos y siguiendo a Lucía mayoritariamente en primeros planos que denotan la tranquilidad frente a una decisión de vida que ha sido tomada con anterioridad, la mirada de la directora se centra en la espera a la que es obligada la protagonista y cómo entonces su vida, sin planearlo, se ve suspendida por un periodo de tiempo. Como es natural, la espera está llena de momentos de soledad, y en las pocas interacciones con otras personas (una enfermera, una barman, un recepcionista de hotel), la directora hábilmente evita sus rostros, centrando su mirada en Lucía. Sola y sin dinero, entonces Lucía ocupa su tiempo como puede, busca donde dormir, algo de comer; y como la decisión está tomada y tan solo resta esperar, ella apenas observa el mundo sin demasiadas preocupaciones: el techo de la sala de espera de la clínica tiene una mancha, una mujer baila sola en un bar, unos jóvenes practican pasos de tap en un parqueadero, una familia celebra el cumpleaños de su hija a la vista de todo el mundo al interior de un local. Es a través de la vida de Lucía, momentáneamente interrumpida, que sutilmente Anu Valia señala la existencia de obstáculos para las mujeres de menos recursos que quieren abortar, y cómo este acto debería ser un derecho adquirido. Sin duda, la historia de Lucía es relevante para nuestros días pues, sin importar la geografía, aún hay mujeres que, por diferentes razones, no pueden decidir sobre su cuerpo. Finalmente para Lucía, su impase no es imposible de superar, cuando las 24 horas han llegado a su fin, y Lucía es nuevamente llamada en la sala de espera para llevar a cabo el procedimiento médico, una elipsis nos lleva a su viaje de regreso en su carro y a su vida cotidiana. Es claro que para Lucía después del aborto la vida continúa sin novedad: Lucía es la misma antes y después.
Culpa y desilusión
El corte (La Coupe, 2014), de Geneviève Dulude-De Celles
Las relaciones entre padres e hijos siempre serán complejas. Los hijos, buscando y queriendo cumplir las expectativas que tienen sus padres sobre ellos; y los padres, en su función natural de formarlos a medida que los ven crecer, queriendo también permitir que ellos desarrollen libremente su personalidad. Sin embargo en esta tensión, propia de esta relación, son los padres quienes tienen ventaja, ellos también fueron niños y por lo tanto saben qué se siente cuando se le ha fallado a un padre. Esa tensión es la que aborda Geneviève Dulude-De Celles, la escritora y directora canadiense de El Corte, un excelente cortometraje ganador del premio del jurado de ficción internacional en 2014 en el festival de Sundance y seleccionado por Vimeo el pasado febrero para ser estrenado en exclusiva como el “Cortometraje de la Semana”. El Corte, rodado hábilmente en plano secuencia, retrata los minutos que transcurren mientras Fanny, de 11 años, y su padre se divierten y hacen planes para la noche mientras ella le corta el pelo a él. Sin embargo, el corte de pelo es interrumpido cuando Fanny recibe una llamada, una amiga la quiere invitar a una fiesta esa misma tarde. Fanny entonces le pide permiso a su padre para ir y él, a pesar de las implicaciones, decide permitir que su hija vaya. Esto causa que los momentos de alegría sean súbitamente reemplazados por el silencio y la zozobra, tanto padre como hija son conscientes de que el fin de semana entre los dos llegará pronto a su fin, pues otra amiga recogerá a Fanny en contados minutos y, por conveniencia, han acordado que ella regrese a la casa de su madre.
La fuerza de esta película corta radica en la naturalidad con la que su directora Geneviève la rueda. La cámara se hace invisible mientras sigue a los personajes, personajes que se sienten reales gracias a la honestidad de sus actores y la química entre ellos, incluso en los momentos de mayor incomodidad. Es el baile entre actores y cámara, aparentemente no coreografiado (y he ahí su magia), uno de los elementos que hacen de este corto una obra digna de admirar. En este baile, la cámara de Geneviève navega con seguridad entre padre e hija, acercándonos en momentos precisos al punto de vista de cada uno y permitiendo que sean los silencios quienes se encarguen de narrar el trasfondo de la situación, en ningún momento padre e hija hablan de la interrupción de sus planes pero como espectadores nos queda claro que sus consecuencias es lo que les incomoda. Las acciones, en un guion lleno de sutilezas, logran comunicar lo que deliberadamente las palabras no van a decir. Fanny se aleja al segundo piso para llamar por teléfono a su madre, su padre saca de la nevera la comida que iba a preparar para su hija pero luego la guarda en el congelador, el padre le arregla la cremallera de la chaqueta a Fanny antes de salir y ella instintivamente se le lanza dándole un abrazo. Es bonito también como el sonido, naturalista y sin música, es otro narrador, encargándose de enfatizar la partida de la hija mediante el segundero de un reloj que atraviesa el vacío, señalándonos el tiempo que no pudo ser. Con El Corte, Geneviève nos recuerda que ser padre o ser hijo no es una tarea fácil. Sin duda, el gran mérito de esta conmovedora tajada de vida es lograr transmitir las emociones encontradas entre un padre y su pequeña hija que, en medio de la incómoda situación, no dejan de expresarse su amor. Al final, queda claro, que el corte del fin de semana le duele a los dos. Geneviève Dulude-De Celles, quién en 2015 estrenó su primer largometraje documental Bienvenidos a F.L (Bienvenue à F.L, 2015) en el festival de Toronto, está próxima a estrenar su ópera prima de ficción, Una Colonia (Une Colonie). Es cofundadora de Colonelle Films, con base en Quebec, donde también se desempeña como productora.
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LA ESQUINA DEL CORTO
A partir de este número, Alvaro D. Ruiz se ocupará de revisar cortometrajes estrenados de manera gratuita en internet. La bandera de estos pequeños textos que inician acá es responder a la importancia que merece el cortometraje. Para inaugurar se ocupa de dos trabajos que pasaron por el Festival de cine de Sundance.
No es un secreto que Internet ha revolucionado la forma cómo hoy accedemos al cine fuera de su hábitat natural, las salas. Sin embargo, en el caso del cine corto –esas películas que por su duración no llegan a nuestras salas comerciales y que también merecen ser vistas, premiadas, discutidas, queridas, odiadas–, Internet se ha convertido en el único medio por el cual muchas de estas obras llegan a nuestros ojos. Claro, no basta con publicar estas películas en una plataforma pues, como bien sabemos, allá en el caos ordenado que es la red, estas se pierden entre los incontables minutos de video subidos día a día si no hay un faro que las haga visibles. Es por esto que, en cada edición de Cero en Conducta, me daré a la tarea de traer a la luz dos cortos que considero valiosos y que hayan sido recientemente estrenados gratuitamente en internet.
Es esta ocasión me ocupo de los trabajos de ficción de dos directoras norteamericanas que tienen varias similitudes: fueron ganadoras en Sundance, sus historias tienen protagonistas femeninos y actualmente cada una se encuentra dando el paso al largometraje. Ellas son: Anu Valia de Estados Unidos y Geneviève Dulude-De Celles de Canadá. Los cortos de estas directoras, aunque con miradas distintas, bien saben aprovechar la libertad que otorga la independencia y la naturaleza no comercial de este formato. Estos trabajos, una vez más, demuestran que el cine corto importa y que este merece aún mucha más atención.
La vida suspendida
Lucia, Before And After ( Lucía, Antes y Después, 2017), de Ana Valia
Producido para Refinery29, una compañía de entretenimiento y medios digitales enfocada en contenido para mujeres jóvenes y que busca apoyar nuevas directoras, Lucía, Antes y Después es el tercero, y el más celebrado, de cinco cortometrajes en la carrera de la escritora y directora Anu Valia. Luego de su estreno en el festival de Sundance, donde obtuvo el premio del jurado en la categoría estadounidense de cortos de ficción, y de un recorrido por importantes certámenes internacionales, esta película fue estrenada este año en el portal especializado de cortos Short Of The Week (shortoftheweek.com)
Lucía, Antes y Después retrata el viaje de una joven, Lucía, hasta el estado de Texas para tener un aborto. Sin embargo, ella se encuentra con una sorpresa, en ese estado, por ley, debe esperar 24 horas desde que se presenta a la clínica hasta el momento en que el aborto se pueda llevar a cabo. Retratada en colores vivos y siguiendo a Lucía mayoritariamente en primeros planos que denotan la tranquilidad frente a una decisión de vida que ha sido tomada con anterioridad, la mirada de la directora se centra en la espera a la que es obligada la protagonista y cómo entonces su vida, sin planearlo, se ve suspendida por un periodo de tiempo. Como es natural, la espera está llena de momentos de soledad, y en las pocas interacciones con otras personas (una enfermera, una barman, un recepcionista de hotel), la directora hábilmente evita sus rostros, centrando su mirada en Lucía. Sola y sin dinero, entonces Lucía ocupa su tiempo como puede, busca donde dormir, algo de comer; y como la decisión está tomada y tan solo resta esperar, ella apenas observa el mundo sin demasiadas preocupaciones: el techo de la sala de espera de la clínica tiene una mancha, una mujer baila sola en un bar, unos jóvenes practican pasos de tap en un parqueadero, una familia celebra el cumpleaños de su hija a la vista de todo el mundo al interior de un local.
Es a través de la vida de Lucía, momentáneamente interrumpida, que sutilmente Anu Valia señala la existencia de obstáculos para las mujeres de menos recursos que quieren abortar, y cómo este acto debería ser un derecho adquirido. Sin duda, la historia de Lucía es relevante para nuestros días pues, sin importar la geografía, aún hay mujeres que, por diferentes razones, no pueden decidir sobre su cuerpo. Finalmente para Lucía, su impase no es imposible de superar, cuando las 24 horas han llegado a su fin, y Lucía es nuevamente llamada en la sala de espera para llevar a cabo el procedimiento médico, una elipsis nos lleva a su viaje de regreso en su carro y a su vida cotidiana. Es claro que para Lucía después del aborto la vida continúa sin novedad: Lucía es la misma antes y después.
Culpa y desilusión
El corte (La Coupe, 2014), de Geneviève Dulude-De Celles
Las relaciones entre padres e hijos siempre serán complejas. Los hijos, buscando y queriendo cumplir las expectativas que tienen sus padres sobre ellos; y los padres, en su función natural de formarlos a medida que los ven crecer, queriendo también permitir que ellos desarrollen libremente su personalidad. Sin embargo en esta tensión, propia de esta relación, son los padres quienes tienen ventaja, ellos también fueron niños y por lo tanto saben qué se siente cuando se le ha fallado a un padre. Esa tensión es la que aborda Geneviève Dulude-De Celles, la escritora y directora canadiense de El Corte, un excelente cortometraje ganador del premio del jurado de ficción internacional en 2014 en el festival de Sundance y seleccionado por Vimeo el pasado febrero para ser estrenado en exclusiva como el “Cortometraje de la Semana”. El Corte, rodado hábilmente en plano secuencia, retrata los minutos que transcurren mientras Fanny, de 11 años, y su padre se divierten y hacen planes para la noche mientras ella le corta el pelo a él. Sin embargo, el corte de pelo es interrumpido cuando Fanny recibe una llamada, una amiga la quiere invitar a una fiesta esa misma tarde. Fanny entonces le pide permiso a su padre para ir y él, a pesar de las implicaciones, decide permitir que su hija vaya. Esto causa que los momentos de alegría sean súbitamente reemplazados por el silencio y la zozobra, tanto padre como hija son conscientes de que el fin de semana entre los dos llegará pronto a su fin, pues otra amiga recogerá a Fanny en contados minutos y, por conveniencia, han acordado que ella regrese a la casa de su madre.
La fuerza de esta película corta radica en la naturalidad con la que su directora Geneviève la rueda. La cámara se hace invisible mientras sigue a los personajes, personajes que se sienten reales gracias a la honestidad de sus actores y la química entre ellos, incluso en los momentos de mayor incomodidad. Es el baile entre actores y cámara, aparentemente no coreografiado (y he ahí su magia), uno de los elementos que hacen de este corto una obra digna de admirar. En este baile, la cámara de Geneviève navega con seguridad entre padre e hija, acercándonos en momentos precisos al punto de vista de cada uno y permitiendo que sean los silencios quienes se encarguen de narrar el trasfondo de la situación, en ningún momento padre e hija hablan de la interrupción de sus planes pero como espectadores nos queda claro que sus consecuencias es lo que les incomoda. Las acciones, en un guion lleno de sutilezas, logran comunicar lo que deliberadamente las palabras no van a decir. Fanny se aleja al segundo piso para llamar por teléfono a su madre, su padre saca de la nevera la comida que iba a preparar para su hija pero luego la guarda en el congelador, el padre le arregla la cremallera de la chaqueta a Fanny antes de salir y ella instintivamente se le lanza dándole un abrazo. Es bonito también como el sonido, naturalista y sin música, es otro narrador, encargándose de enfatizar la partida de la hija mediante el segundero de un reloj que atraviesa el vacío, señalándonos el tiempo que no pudo ser.
Con El Corte, Geneviève nos recuerda que ser padre o ser hijo no es una tarea fácil. Sin duda, el gran mérito de esta conmovedora tajada de vida es lograr transmitir las emociones encontradas entre un padre y su pequeña hija que, en medio de la incómoda situación, no dejan de expresarse su amor. Al final, queda claro, que el corte del fin de semana le duele a los dos.
Geneviève Dulude-De Celles, quién en 2015 estrenó su primer largometraje documental Bienvenidos a F.L (Bienvenue à F.L, 2015) en el festival de Toronto, está próxima a estrenar su ópera prima de ficción, Una Colonia (Une Colonie). Es cofundadora de Colonelle Films, con base en Quebec, donde también se desempeña como productora.
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