Si pudiera desear algo (2021) forma parte del proyecto Amor Rojo de la performer, docente y cineasta, Dora García. Con este proyecto, la artista se propone configurar un retrato del devenir de las luchas y movimientos feministas del siglo XX, especialmente en países hispanoamericanos. El título Amor Rojo proviene de una mala traducción de la novela El amor de las abejas obreras, de Aleksandra Kolontái. Kolontái, escritora, política y marxista feminista, promovió y defendió la liberación femenina, a través de sus acciones políticas y de sus escritos en los años 20 (Los escritos de Kolontái datan en su mayoría del año 1922, época de desencanto de la rusa frente a la revolución). En la novela, Kolontái describe las pasiones, el disfrute y la plenitud sexual femenina. El cambio del título se hizo sin su consentimiento, de cara a la comercialización, y apelando al “tono subido” de la escritura. Ese cambio censuró el carácter crítico y político que hay en la apuesta de Kolontái. García llama a su proyecto Amor Rojo, quizás incitando una vez más –como ella misma ha afirmado– la irritación de la revolucionaria rusa.
Love with Obstacles (2020) es la primera parte de Amor Rojo. En la película, la artista española se enfocó en la figura de la revolucionaria, explorando su legado no contado, y muchas veces malinterpretado, revisitándolo a través de los archivos de Moscú. Durante la investigación, García encontró que, tanto la presencia de Kolontái como embajadora soviética en México como sus escritos, han influido en diversos grupos feministas en los países hispanohablantes.
Para la creación de la segunda parte de Amor Rojo, Si pudiera desear algo, diversas activistas feministas mexicanas enviaron a la directora el registro de espacios compartidos por los colectivos feministas, sus marchas y acciones en el espacio público durante los últimos años. Una historia paralela vincula a las imágenes de las marchas entre sí: la composición de la canción Si pudiera desear algo, por La bruja de Texcoco, cantante mexicana trans. Si pudiera desear algo, querría ser un poco feliz. Porque si fuera demasiado feliz tendría nostalgia de la tristeza.
La presencia de La bruja no es sólo una apuesta musical. Desde la composición se construye una hibridación, se resiste a las categorías heteronormadas y a todo tipo de opresión de carácter sexual, de género, social, de etnia, etc.
El punto de vista transfeminista de La bruja de Texcoco puede vincularse con la concepción de la mujer nueva de Aleksandra Kolontái. En sus textos, Kolontái expuso a la mujer nueva como aquella difícil de definir o de catalogar. La mujer nueva no se siente reconocida en las élites ni en los feminismos burgueses. Es una mujer en proceso de transformación de su propia identidad, que lucha por reafirmar su propio ser individual, auténtico. García genera un puente temporal entre Kolontái y los movimientos feministas actuales en México. La bruja de Texcoco, desde su identidad móvil, cuestiona la idea de feminidad y la de masculinidad y se siente más vinculada artísticamente a quienes disienten del género. Considera que hay una infinidad de feminidades y que en la exploración de la creatividad éstas pueden expresarse de múltiples maneras, atravesando la historia individual y la de la comunidad a la que se pertenece. Por ello, la música de La bruja es una mezcla, un ejercicio colaborativo, una construcción artística comunitaria. El sentir de la música le hace devenir sin forma definida, sin etiquetas.
García apuesta por una forma experimental del documental, una manera indefinida/ble del hacer, enfocada en la construcción desde lo sensible. La voz de La bruja y el paso a paso de la creación musical, se alternan con las voces e imágenes de las marchas feministas. Las mujeres enlazan su voz al ritmo de cantos y arengas. ¡Mi cuerpo es mío, yo decido, tengo autonomía, yo soy mía, no, que te dije que no, pendejo no! / A cada minuto, de cada semana. Nos roban amigas, nos matan hermanas. Destrozan sus cuerpos, los desaparecen. No olvide sus nombres, por favor, señor presidente. (...) Cantamos sin miedo, pedimos justicia. Gritamos por cada desaparecida. Que resuene fuerte "¡nos queremos vivas!" Que caiga con fuerza el feminicida (esta es la letra de la Canción sin miedo, de Vivir Quintana, la cual se ha convertido en un himno de las marchas feministas). Los murales, edificios y calles de Ciudad de México exponen a su vez -en silencio- los pensamientos de las feministas: “El trabajo doméstico es explotación”. “La crianza es revolución”. “Tuve que quemar”. “Para construir hay que destruir”. “Hasta que lo esencial sea visible”. La observación detenida de los espacios avanza de la mano de los cuerpos en las calles. En ocasiones el tiempo parece detenerse irónicamente: en el movimiento danzante de alguna mujer, o se genera una atmósfera caótica y rebelde desde la rabia colectiva, que incita a la destrucción de los inmuebles. Un eco latinoamericano se expande con las voces de las mexicanas. Siempre se regresa al canto coral, como en un vaivén.
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UNA BANDA SONORA EN MOVIMIENTO - FICUNAM (05)
Sobre Si pudiera desear algo, de Dora García
Si pudiera desear algo (2021) forma parte del proyecto Amor Rojo de la performer, docente y cineasta, Dora García. Con este proyecto, la artista se propone configurar un retrato del devenir de las luchas y movimientos feministas del siglo XX, especialmente en países hispanoamericanos. El título Amor Rojo proviene de una mala traducción de la novela El amor de las abejas obreras, de Aleksandra Kolontái. Kolontái, escritora, política y marxista feminista, promovió y defendió la liberación femenina, a través de sus acciones políticas y de sus escritos en los años 20 (Los escritos de Kolontái datan en su mayoría del año 1922, época de desencanto de la rusa frente a la revolución). En la novela, Kolontái describe las pasiones, el disfrute y la plenitud sexual femenina. El cambio del título se hizo sin su consentimiento, de cara a la comercialización, y apelando al “tono subido” de la escritura. Ese cambio censuró el carácter crítico y político que hay en la apuesta de Kolontái. García llama a su proyecto Amor Rojo, quizás incitando una vez más –como ella misma ha afirmado– la irritación de la revolucionaria rusa.
Love with Obstacles (2020) es la primera parte de Amor Rojo. En la película, la artista española se enfocó en la figura de la revolucionaria, explorando su legado no contado, y muchas veces malinterpretado, revisitándolo a través de los archivos de Moscú. Durante la investigación, García encontró que, tanto la presencia de Kolontái como embajadora soviética en México como sus escritos, han influido en diversos grupos feministas en los países hispanohablantes.
Para la creación de la segunda parte de Amor Rojo, Si pudiera desear algo, diversas activistas feministas mexicanas enviaron a la directora el registro de espacios compartidos por los colectivos feministas, sus marchas y acciones en el espacio público durante los últimos años. Una historia paralela vincula a las imágenes de las marchas entre sí: la composición de la canción Si pudiera desear algo, por La bruja de Texcoco, cantante mexicana trans. Si pudiera desear algo, querría ser un poco feliz. Porque si fuera demasiado feliz tendría nostalgia de la tristeza.
La presencia de La bruja no es sólo una apuesta musical. Desde la composición se construye una hibridación, se resiste a las categorías heteronormadas y a todo tipo de opresión de carácter sexual, de género, social, de etnia, etc.
El punto de vista transfeminista de La bruja de Texcoco puede vincularse con la concepción de la mujer nueva de Aleksandra Kolontái. En sus textos, Kolontái expuso a la mujer nueva como aquella difícil de definir o de catalogar. La mujer nueva no se siente reconocida en las élites ni en los feminismos burgueses. Es una mujer en proceso de transformación de su propia identidad, que lucha por reafirmar su propio ser individual, auténtico. García genera un puente temporal entre Kolontái y los movimientos feministas actuales en México. La bruja de Texcoco, desde su identidad móvil, cuestiona la idea de feminidad y la de masculinidad y se siente más vinculada artísticamente a quienes disienten del género. Considera que hay una infinidad de feminidades y que en la exploración de la creatividad éstas pueden expresarse de múltiples maneras, atravesando la historia individual y la de la comunidad a la que se pertenece. Por ello, la música de La bruja es una mezcla, un ejercicio colaborativo, una construcción artística comunitaria. El sentir de la música le hace devenir sin forma definida, sin etiquetas.
García apuesta por una forma experimental del documental, una manera indefinida/ble del hacer, enfocada en la construcción desde lo sensible. La voz de La bruja y el paso a paso de la creación musical, se alternan con las voces e imágenes de las marchas feministas. Las mujeres enlazan su voz al ritmo de cantos y arengas. ¡Mi cuerpo es mío, yo decido, tengo autonomía, yo soy mía, no, que te dije que no, pendejo no! / A cada minuto, de cada semana. Nos roban amigas, nos matan hermanas. Destrozan sus cuerpos, los desaparecen. No olvide sus nombres, por favor, señor presidente. (...) Cantamos sin miedo, pedimos justicia. Gritamos por cada desaparecida. Que resuene fuerte "¡nos queremos vivas!" Que caiga con fuerza el feminicida (esta es la letra de la Canción sin miedo, de Vivir Quintana, la cual se ha convertido en un himno de las marchas feministas). Los murales, edificios y calles de Ciudad de México exponen a su vez -en silencio- los pensamientos de las feministas: “El trabajo doméstico es explotación”. “La crianza es revolución”. “Tuve que quemar”. “Para construir hay que destruir”. “Hasta que lo esencial sea visible”. La observación detenida de los espacios avanza de la mano de los cuerpos en las calles. En ocasiones el tiempo parece detenerse irónicamente: en el movimiento danzante de alguna mujer, o se genera una atmósfera caótica y rebelde desde la rabia colectiva, que incita a la destrucción de los inmuebles. Un eco latinoamericano se expande con las voces de las mexicanas. Siempre se regresa al canto coral, como en un vaivén.
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