Le preguntamos a un grupo de cineastas colombianos, a un canadiense y a un mexicano, sus opiniones sobre el término independencia en el cine. En principio les dimos estas tres preguntas: ¿Qué es el cine independiente?, ¿qué se entiende por libertad en el cine?, ¿cómo cultivar esa libertad?
William González. Fue asistente de dirección en La estrategia del caracol. Su primera película es La sargento Matacho.
La categoría de Cine Independiente se utilizó inicialmente para agrupar a aquellas películas realizadas por fuera de los grandes estudios y de bajo presupuesto, que permitían a cierto tipo de realizadores una mayor libertad creativa. Autores como John Cassavetes, Jim Jarmusch y Orson Welles, por nombrar sólo a algunos, se marginaron voluntariamente (o a regañadientes) y realizaron varias de sus películas por fuera de la industria del cine norteamericano, logrando así una independencia para manifestar sus obsesiones a través de narrativas no tradicionales, tanto temática como estructuralmente. Alejados de la tiranía del cine comercial lograron una mayor libertad de expresión. Ahora bien, dado que en Colombia no existe una industria cinematográfica ¿de qué se puede independizar el cine colombiano? Si acaso puede hacerlo del desequilibrio y la falta de oportunidades en los procesos de distribución y exhibición, buscando otros espacios de difusión para sus obras, accediendo y/o creando circuitos alternos para proyectar sus películas. ¿Qué tienen de censurable, por ejemplo, los despectivamente llamados “festivales de garaje ̈? ¡Allí hay espectadores! Una película puede ser, pretenciosamente si se quiere, una obra de arte, pero en primera instancia es un acto de comunicación y es entre el público donde encuentra finalmente su razón de ser. Y es ahí cuando definitivamente, como diría José Agustín, “nuestro lente se llena de gozo”. Por supuesto que a los festivales hay que exigirles un cierto nivel de calidad pero, sin duda, la mejor manera de lograr algo decente es intentarlo e intentarlo. “Así tengan un espectador en la sala, hagan y vuelvan a hacer” decía Jerry Lewis.
La sargento Matacho, de William González
¿Cuál sería entonces actualmente el cine “industrial” en nuestro país, en contraposición a un cine “independiente”?, ¿acaso el que cuenta con la colaboración de los canales de televisión o de la más importante distribuidora nacional?, ¿aquellas películas que han contado con el apoyo del FDC? Difícil afirmar tal cosa. Hasta hace relativamente poco en Colombia se podía saber “quién, cómo, dónde y con quién” se estaba realizando una película. Ya no. A veces ni siquiera es posible verlas porque salen rápidamente de cartelera. Este auge de producciones es, para mí, la mejor manifestación de libertad en la producción cinematográfica en Colombia. Los directores más veteranos deben codearse en busca de espacios de exhibición con una nueva generación de talentosos realizadores, lo cual complica las cosas porque no hay cama pa ́tanta gente. Sin duda, eso es beneficioso porque nos prepararía, si se encontrasen salidas claras para la exhibición y comercialización, para el robustecimiento de una cinematografía plural, imaginativa y con voz propia, rica culturalmente, que aporte algo, que genere diálogo, que conmueva, que asombre, que descubra, que desconcierte, en fin, que entretenga si se quiere, aunque el “que los entretenga su madre” también valdría. Ese sería pues, el norte de un cine libre, en concordancia con el espíritu y la filosofía de los maestros del Cine Independiente (¡y de los otros! porque hay mucho que admirar de los grandes maestros del buen cine comercial). Nuestra cinematografía debe estar atenta y ser vigilante de esa libertad. Ahora bien, la búsqueda de una libertad creativa no debe esconder la mediocridad y la franca estupidez, sustentada en las falsas premisas de un cine de autor mal comprendido o unas neo-narrativas que ni son neo ni son narrativas. Es un malentendido muy peligroso, según el cual cualquier insulso universo personal (¿libre?) genera una “obra cinematográfica trascendente” y, como si fuera poco, se desdeña formas narrativas más clásicas por considerarlas convencionales o académicas. Pienso que nuestras películas, por una parte, no deberían sustentarse, como a menudo sucede, en una pericia de realización visual que desconozca que los elementos esenciales de una película deben estar, de alguna manera, supeditados a una dramaturgia (clásica o no, ahí el problema se vuelve otro). Por otra parte, creo que la realización cinematográfica debe trascender la historia misma y no limitarse a “echar el cuento”, lo cual es otro de los asuntos que aquejan a nuestra “libertad cinematográfica”.
Desde los años 70, cineastas colombianos inauguraron la participación de nuestro país en importantes festivales internacionales como el de Cannes (Ciro Durán, Pepe Sánchez, Francisco Norden, Víctor Gaviria, entre otros). Con el aumento de la producción en Colombia esa participación ha crecido, con notables películas (cortos y largos) que han puesto a la mirada internacional sobre nuestro cine. El beneficio inmediato, más allá de la muy meritoria participación y de los premios obtenidos, es el interés de nuevos inversionistas y las puertas abiertas de distribuidores y exhibidores en todo el mundo. Pero habría que señalar que, con esa apertura, también se corre el riesgo de que nuestras historias, nuestras obsesiones, nuestra visión del mundo, nuestro imaginario, cambie por el que quieran imponer las cinematografías extranjeras o cierto tipo de festivales y curadurías sesgados hacia una serie de estereotipos sociales, políticos y culturales. Bienvenidas sean pues las libertades de géneros como Amazonas y su conmovedora mirada a las relaciones familiares, esas ficciones desconcertantes y delicadas como La Sirga, Cord, La Defensa del Dragón o Adiós Entusiasmo, esas divertidas animaciones como Tiempo, El Libro de Lila o Virus Tropical. Que vengan pues todos los cortos y largos de cualquier género para una larga y libre vida al cine colombiano.
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La torre, de Sebastián Múnera
Sebastián Múnera. Director de La torre
¿Qué es el cine independiente? No sé si exista tal cosa. No conozco alguna película o a alguien que sea independiente completamente. Siempre hay dependencia, en el cine, en el arte. Más allá del tema del dinero, se depende del Otro, y más allá de eso, de las ideas que al cineasta le apuran, lo motivan. Hay quizás un búsqueda a ser menos dependientes de agentes externos, tener la posibilidad y correr el riesgo de mediar esos agentes externos con los deseos internos es el camino que emprende el que quiere decir algo. Podría decir que el “cine independiente” es como una utopía necesaria, una fantasía común, en ese rumbo nos embarcamos, pero tal lugar o forma, realmente no existe. La discusión sobre la calidad de las películas de los grandes recursos económicos en comparación con las películas que se hacen con la plata de la alcancía ya no tiene cabida, el cineasta buscará siempre hacer su película como la sueña, las ganas de crear una imagen no deberían ser arrebatadas por nada.
¿Qué entiende por la libertad en el cine? El cineasta es siempre un esclavo de la realidad, eso lo sabemos todos, pero para mí, la libertad es algo muy cercano al arrebato, es decir, cuando tienes una intuición sobre una imagen que deseas, te metes ahí completamente y adentro ya es muy difícil explicarle a otros por qué lo estás haciendo. Creo que esos arrebatos son fundamentales para que algo suceda con el cine, fugarse de la realidad, esquivar esquemas de producción, al menos por un instante, es una experiencia liberadora.
¿Cómo cultivar esa libertad? De la independencia a la libertad...quizás hay que dejar de ser menos independiente y crear con más libertad. Es algo difícil, pues no siempre la libertad es liberadora, por eso creo que el mejor lugar es donde acontece la fuga, como en una membrana que deja salir pero que también regula la entrada. Hay que cultivar precisamente ese lugar de mediación, de intercambio, abrirse y cerrarse constantemente para hacer en lo colectivo. El cine que me interesa es una forma de pensamiento, una forma en constante desarrollo y sin un fin último, las ideas se trabajan una y otra vez, se recrean, se vuelven a pensar. Hablar de una película, verla junto a alguien, provocar un diálogo, eso es lo que propician algunos profesores y los cineclubs que nos quedan.
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Rubén Mendoza. Ha dirigido los largometrajes La sociedad del semáforo, Tierra en la lengua y Señorita María: la falda de la montaña.
¿Qué es el cine independiente? El cine independiente en realidad no existe. El cine, por independiente que se diga a sí mismo, depende de muchas fuerzas y de muchos intereses ajenos, por más pequeño que sea el trabajo que se haga. El sólo hecho de la electrónica que hay detrás de una cámara, de los presupuestos que se necesitan para desarrollar algo, para ponerlo en las pantallas correctas, etc. Por tanto, no existe el cine independiente. Lo que sí existe, es un espíritu de independencia, que es la fuerza de no negociar ciertos principios, de ser capaz de hablar cuando lo necesiten los tiempos.
¿Qué entiendes por la libertad en el cine? Para mí la libertad en el cine tiene que ver básicamente con que la voz de uno, a la orilla que esta pertenezca, pueda tratar de emprender el viaje hacia lo que hay que decir, sin casarse con ningún compromiso. También tiene que ver con considerar la libertad como un cultivo: ser riego, ser semilla, ser fuerza y ser abono de ese cultivo. Asimismo, hay que entender la libertad de manera más amplia, como la que puede liberar a muchos otros. La libertad es la fuerza y el motor del cine desde la orilla en la que yo lo veo. Pese a todos los intereses que existen y las condiciones para poder hacer cine, tiene que haber una fuerza más grande que hace que las películas pasen, que se vuelvan realidad, que sean libres de ataduras, que no vayan a dejar de existir por falta de presupuesto, sino que existen por la seguridad de que están en la orilla de la libertad.
¿Cómo cultivar esa libertad? El cultivar esa libertad proviene de algo en el instinto, en la letra, no se puede fingir, quien ama la libertad, no está contento con estos tiempos y es un rebelde, está en ese proceso de cultivo.
Tierra en la lengua, de Rubén Mendoza
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Pascal Plante. Director canadiense. Visitó el país gracias al estreno de su primera película Falsos Tatuajes.
¿Qué es la independencia en el cine? Por ejemplo, en el caso de Falsos tatuajes tuvimos subvenciones públicas, es así como funciona en Canadá, pero no tenía a nadie mirando por encima de mi hombro, o interfiriendo en mis decisiones de casting o en mis decisiones estéticas así que para mí eso es la independencia, ser capaz de hacer la película que queremos, manteniéndonos íntegros y fieles a lo que queremos. Al final, se debe buscar que le guste a uno mismo y después la gente será capaz de reconocer eso, de ver si hemos hecho las cosas de manera íntegra y con el corazón. Eso es lo que es la independencia para mí.
¿Cómo definir la libertad en el cine? Los jóvenes cineastas tememos dar un salto al vacío, por ejemplo, algunos van a escoger hacer tomas tradicionales que ya han estado probadas en el pasado y van a temer explorar otras posibilidades. Muchas veces los límites se los ponen los propios artistas, entonces, creo que la libertad es no tener temor de explorar nuevas maneras y formas de contar una historia, de hacer las cosas y no necesariamente seguir un modelo por inseguridad. Toca ser libre pero, y esto es muy importante, toca también asumir las decisiones que se toman.
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Nicolás Van Hemelryck. Productor, director. En su filmografía destaca el documental Amazonas. Ahora lidera la iniciativa de distribución alternativa DOC:CO
¿Qué es el cine independiente? El concepto de cine independiente varía según el contexto y normalmente tiene dos componentes: producción y contenido. En cuanto a producción, en EEUU es el cine que se hace fuera del circuito de las grandes productoras. En Europa, no es tan usual. En Colombia se parece al concepto gringo: cine independiente son las películas que se hacen por los mismos realizadores o por micro-productoras, sin el apoyo (o el músculo) de una casa productora o de un canal. En cuanto al contenido, son producciones que no obedecen a una búsqueda comercial, sino a una artística, política, social, conceptual, o una mezcla de las anteriores. Es un cine que nace del deseo de los creadores y se hace contra la corriente.
¿Qué entiende por la libertad en el cine? La libertad en el cine es infinita: ahí sí, el límite es la imaginación. Y como en la vida, la libertad tiene muchos limitantes: el presupuesto, la ética, la distribución, pero básicamente la imaginación... La creatividad se gesta en ese espacio: hacer posible una película a pesar de las limitantes, llevando la libertad (y el deseo) del creador a su máxima expresión: crear la mejor película posible.
¿Cómo cultivar esa libertad? Para cultivar esa libertad es necesario desarrollar el proyecto lo máximo posible antes de adelantar la producción. Entre menos desarrollado el proyecto, menos libertad de alcanzar la película que urge desde el deseo, pues una vez rodado, es muy difícil cambiar la marcha. Mientras que, si se alcanza la maduración conceptual antes del rodaje, el resultado será más potente, menos demorado, más barato, y, en última instancia, más cercano al deseo del creador. Para esto es imprescindible que haya una dupla fuerte director-productor, pues esta es el corazón de la creación cinematográfica, y entre más sólida sea, no solo será mejor el resultado, sino que llegará más lejos.
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Josephine Landertinger. Directora de Home: El país de la ilusión. Nueva programadora del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias.
¿Qué es el cine independiente? El cine independiente es el que busca sus propios caminos tanto en las historias que cuentas, como en las maneras de producir así como las firmas de llegar al público. El cine independiente es que lo tiene una línea establecida. Creo que eso es la libertad que al mismo tiempo es un reto, pues sobretodo la financiación de este tipo de películas a veces se torna muy complejo y demorado. Hacer un largometraje puede durar de 3 a 5 años. Cuando crees en tu historia, siempre terminas logrando contarla. Pero no es un camino fácil. Creo que poder tener libertad de crear historias distintas también tiene que ver con el apoyo que reciben los artistas/creadores en forma de oportunidades de becas y estímulos. Hemos tenido un respaldo importante en este sentido en los últimos años que no se puede perder. Al final de cuentas, el cine independiente crea historia, memoria y cultura y siempre debería tener un valor especial en la sociedad.
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Franco Lolli. Director de los cortometrajes Como todo el mundo y Rodri. Su primera película es Gente de bien.
¿Qué es el cine independiente? Yo creo que el cine independiente es el cine que se hace a partir del director , el autor, el guionista, y no a partir de la industria y lo que la industria pide para darle a los espectadores. Es decir, un cine que nazca de uno y no de alguien más.
¿Qué entiende por la libertad en el cine? La libertad en el cine no existe porque el cine por definición está enfrentado todo el tiempo a la materia, a la realidad y la realidad limita la libertad por todas partes. De alguna manera, y esto contradice un poco lo que dije antes, cualquier cine está sujeto a la historia, a la industria, porque todo el cine, así sea el que se hace con 200 pesos, entra en un circuito económico, entonces no hay libertad total jamás. Después, la libertad en el cine es la que uno decida tener, yo doy un ejemplo mío que es muy tonto, yo necesito siempre tiempo de rodaje, lo que se usa en películas como las mías la gente lo rodaría en cinco semanas y se daría por bien servida. Yo necesito siete, ocho semanas. Lo más caro que hay en el cine es el tiempo, y entonces, al final, yo, como necesito esa libertad de rodaje, termino gastándome mucha más plata que la que se gastaría una persona lógicamente constituida o económicamente pensante, y esa es mi libertad. En el cine, es tomar las decisiones en función de lo que yo necesito como autor para lograr la mejor película posible y no lo que la industria impone como necesidades.
¿Cómo cultivar esa libertad? Eso es, creo, una cosa difícil con el tiempo. A mí me da la sensación de que hay más libertad en los cortometrajes, en las óperas primas, luego esa libertad o puede perderse completamente o puede, al contrario, volverse gigantesca. Se me ocurre, por ejemplo, Scorsese, que cuando hace El lobo de Wall Street es totalmente libre en el sentido en que su mente es totalmente libre, no se impone ningún tipo de regla, ningún tipo de barrera o de camisa de fuerza, él está tranquilo, libre y feliz, porque ya no le importa ganar o perder, le importa que la película quede bien pero no depende del éxito de nada, y, al no depender del éxito de nada, es completamente libre. Yo creo que de pronto es esa la forma de estar pegado a una libertad, es no pensar si a la película le va bien o mal, no depender de ese éxito sino hacer lo que uno siente que a uno le va a gustar, y si eso funciona pues funciona. Para cultivar esa libertad hay que estar o pegado a lo que era uno como espectador, o a su idea inicial, o simplemente olvidarse de todo el mierdero que hay alrededor del cine, que es muy grande: la plata, los tiempos, la gente, hacer como si todo eso no existiera y para eso toca estar o muy al principio de la carrera o, como Scorsese, muy al final. Lo más difícil, creo yo, es en una tercera, cuarta o quinta película, cuando la industria le empieza a pedir a uno otra cosa porque a todo el mundo, bueno, no a todo el mundo pero a mucha gente, le dan la oportunidad de hacer una primera película, una segunda se la dejan hacer, la tercera no necesariamente y de ahí en adelante es donde la gente empieza a conceder más, seguramente hasta de manera inconsciente. Entonces, creo que para mantener esa libertad hay que estar dispuesto a nunca volver a hacer cine.
Gente de bien, de Franco Lolli
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Diego García Moreno. Documentalista. En su filmografía sobresalen títulos como El corazón y Las castañuelas de Notre Dame.
¿Qué es el cine independiente? Si estuviese en Hollywood sería facilísimo responder: cine independiente es aquel que no es producido por los poderes económicos dominantes, y, por lo tanto, formalmente no tiene que ceñirse a las normas de los formatos exigidos para entrar en los circuitos oficiales de distribución; el que, a sabiendas de que no está hecho para consolidar poderes, experimenta hasta encontrar estéticas que reflejan una visión particular y representa una propuesta de libertad... Estando en Colombia, donde hacer cine es una proeza, la respuesta podría utilizar las mismas palabras... pero siento que al pronunciarlas titubeo, gagueo, porque el poder económico es, en general, una subvención añorada; la distribución en cualquier circuito un sueño que te oficializaría el título de cineasta que tanto anhelas; porque al hacerlo -el cine- más que pensar que con tu película consolidas poderes externos, estás demostrando que el gran valor está en poder realizarlo más allá de demostrarte que tu propuesta ha tenido el tiempo de encontrar estéticas que reflejan una visión particular y representan una propuesta de libertad... vaya lujo. Titubeo porque en estos parajes del mundo, tan distantes de los grandes centros de poder, la independencia es un gesto político que busca otros caminos donde están implicadas las herramientas de su producción, la reflexión para su creación, la metodología para llegar a públicos donde incluso la palabra cine no tiene el mismo sentido; donde el lenguaje audiovisual hace su esfuerzo por encontrar relatos y formas que logren darle ese peso que, uno cree, puede tener en la construcción de una sociedad, ya sea como crítica o entretenimiento sublime. Cine independiente, por estos lares, es un fascinante y muy riesgoso gesto de vida marginal en pro de una anhelada, quizás utópica, libertad colectiva.
¿Qué entiende por la libertad en el cine? Para ser cineasta se necesita ser cine-dependiente. Uno hace cine porque le fascina el cine... ¡Y son tantos los cines! Uno es naturalmente dependiente por amor al cine; pero, por dentro, uno busca desesperadamente una identidad que haga sentir que tu cine nace en tus entrañas y que está enraizado en tus necesidades, en tu entorno y en tu tiempo, en tu problemática y en tus dichas, que tiene tanto de tus dudas y temores como de tu propio ritmo y sus inevitables taquicardias, que cuando logras mirarlo en el tiempo, con la distancia de un espectador empedernido, sonríes, sientes que algo le falta, pero por allá en el fondo sientes que hay una sensación de independencia que te permite decir decir ¡soy libre! Extraña paradoja: Disfrutando la dependencia nacen gritos de independencia.
¿Cómo cultivar esa libertad? Mi abuelita decía: “Para que esa matica no muera hay que echarle agüita todos los días... pero no vaya a ahogarla, mijito. La independencia es, a veces, escoger su propia dependencia. Tener conciencia de ella y volverla sustancia de ese sancocho que cocinas con ingredientes propios y ajenos para lograr un cine con sabor particular. Hay ejercicios para practicar cada mañana. Por ejemplo, al levantarse repetir 7 veces en tres tandas: No quiero depender más de... Seguramente, al terminar la segunda tanda, dirás: ¿Seré capaz de no depender? Es normal, ya sabes que para ser libre tienes que arar varias parcelas: La independencia mental, la independencia formal, la independencia filosófica y, querámoslo o no, la independencia económica. Pero ten en cuenta que la independencia no es cuestión de simple voluntad. La libertad es una extraña mezcla de razón y de intuición. Debes propender a que tu razón se controle a sí misma para que tu intuición vuele. Una amiga muy querida y realista me aconsejó un día que, para que pudiera producir libremente, lo primero que debería hacer era volverme rico o que consiguiera un mecenas. ¿Habrá realmente un cine independiente en Colombia? A ver, busquemos lo que dicen sobre la Independencia en la Real Academia de la Lengua .
1. f. Cualidad o condición de independiente
2. f. Libertad, especialmente la de un Estado que no es tributario ni depende de otro.
3. f. Entereza, firmeza de carácter.
Ya cada cual hará su evaluación y dictaminará su veredicto.
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Carlos Reygadas. Ha dirigido los largometrajes Japón, Batalla en el cielo, Luz Silenciosa, Post Tenebras Lux y estrenará pronto Nuestro tiempo.
¿Qué es el cine independiente? El cine independiente es aquel que no depende de los grandes estudios quienes tienen intenciones de mercado que trascienden la intención creativa de un director. Pero esta es solo una acepción tradicional. La realidad es que mucho cine que no depende de esos grandes estudios tampoco es un cine donde la expresión del director sea prioritaria. Las ganas del triunfo comercial y la autocensura hacen de este cine, independiente de los grandes estudios, dependiente de otros factores muy similares. Para mí, el cine genuinamente independiente es aquel en el que el director se expresa con libertad y de manera genuina y personal para mostrarnos su manera de sentir la existencia. La libertad en el cine más que independencia requiere una visión y una intuición muy claras el autor y mucho valor para ejercerlas. La libertad es carácter. Ante todo alimentando el gusto personal, la reflexión y la fortaleza interior. Y sabiendo bien dentro que, a la hora de crear, la intuición siempre va delante de la razón.
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Andrés Burgos. Director de Sofía y el terco y Amalia, la secretaria.
¿Qué es el cine independiente? Creo que en nuestro contexto, donde no hay una industria predominante y permanente, ni un aparataje que encauce en un gran flujo de películas todos los esfuerzos -incluso aquellos que podrían entenderse como intentonas de gran presupuesto y público masivo-, es el cine de apuesta en contra y de acto de fe.
¿Qué entiende por libertad en el cine? La entiendo como acercarse lo más posible -porque llegar completamente es una falacia- a esa película que se lleva dentro, esa película que pide para sí misma un vestido, cualquier que este sea. La libertad está en poder elegir, en dejarse elegir, sin que importen dogmas, tendencias o ámbitos de exhibición que puedan ir en contravía del espectro que podría tener la película. No me voy a meter en honduras conceptuales, pero a veces hay empaques que se han entendido tradicionalmente ligados a la libertad y que terminan -a mi modo de ver- constriñendo los temas y las formas. El dogma y la uniformidad me parecen dañinos.
¿Cómo cultivar esa libertad? Yo creo que cada quien la cultiva como puede y eso mismo, esa particularidad, termina siendo una materialización misma de la libertad. Es decir, creo que es bueno hacerse las preguntas ¿Qué película quiero hacer? ¿Cómo la quiero hacer? Y responderse con absoluta honestidad. Mientras más cerca permanezca uno del epicentro de esos objetivos, estará rondando la libertad narrativa. La complejidad está, diría yo, en que el cine siempre termina muy enlazado con la vida y no son necesariamente equivalentes y equilibrados: el cine a veces te puede devorar la vida y viceversa. Pero en eso mismo está la gracia.
Sofía y el terco, de Andrés Burgos
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Alexander Giraldo. Director de 180 segundos y Destinos.
¿Qué es el cine independiente? Se trata de una producción realizada fuera de un sistema industrial. No apela a un esquema determinado. Es un tipo de cine que hace búsquedas. Podría ser de bajo presupuesto, pero también podría desarrollarse a partir de grandes inversiones, la clave de un cine independiente es ser autónomo. El Cine Independiente representa sectores sociales ausentes de la producción estándar. Desafía al público. Parece ir en contra de la tradición estética, temática y de producción que se espera. Esto para tender a cierta libertad creativa, temática y presupuestal.
¿Qué entiende por la libertad en el cine? Creo que es el momento en que el cine se aleja del dominio de la literatura y se concentra en un lenguaje propio. Por otro lado, la libertad en el cine está relacionada específicamente con el punto de vista particular del director. Una mirada especial del mundo, una forma personal, más cercano al concepto de "autor" que al de director.
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Catalina Arroyave. Prepara su ópera prima, Los días de la ballena.
¿Qué es el cine independiente? En primer lugar pensaría que le cine independiente como es entendido por las mayorías se tiene a asociar con un cine, pienso en lo que podría decir mi familia, que es aburrido, que está hecho para unas minorías, para los intelectuales, las élites. Y creo que esto obviamente viene de la idea de que los estudios solamente han históricamente apadrinado películas bastante clásicas. Y de ahí viene el concepto del cine independiente, del cine que no hacía dentro de los estudios. Pero para mí, el cine independiente es un cine que responde a unas inquietudes de un equipo de trabajo, porque si algo que yo creo firmemente es que las películas nunca son del director, son siempre de un equipo que está buscando acercarse a una temática, a unos personajes a un universo porque como equipo hay una inquietud respecto a eso. Y creo que el cine independiente es el cine de los guerreros, que se ponen la camiseta de tratar de encontrar esas respuestas a esas inquietudes a través de el penoso y hermoso camino de hacer una película. También creo que es el espacio donde hay más cabida al cine que está concebido como arte, a pesar de que en el cine más industrial hay obras de arte, en el cine independiente hay una vocación artística, una vocación de construir, de hacer, de dedicarle el tiempo y el dinero que eso necesita, de guerrear hasta que uno solito se consiga el dinero para hacer todas las cosas que necesita una película. Entonces me parece que es el cine que más se arriesga, que más propone, que más intenta. Y por lo tanto es el terreno donde uno se puede encontrar con piezas, a mi juicio, más valiosas.
¿Qué entiende por libertad en el cine? Uno en el cine tiene muchas limitaciones, muchas. Siempre me ha impresionado cómo es de difícil hacer cine, donde yo me tengo que enfrentar al clima, al dinero, al equipo, a la sensibilidad de los otros, al mal genio de uno, a la enfermedad. Pensaría uno que entre tantas limitaciones
es difícil ser libre. Creo que las películas más libres son las películas más honestas, las que son fieles hasta el final a los personajes que quieren contar, a la pregunta que se está haciendo la película, a pesar de que eso pueda incomodar a las audiencias. También hay un asunto de la libertad que en ciertas películas se pierde porque es frustrante haber invertido tanto dinero en algo que no se recupera entonces a veces me he encontrado también con estas discusiones, en el proceso de montaje, en donde decimos: qué tal si perdemos un poco de libertad creativa, pero nos aseguramos de que esto sea de x o y manera para que la audiencia se conecta más Entonces creo que las películas más libres son las que se mantiene fieles a el propósito de descubrir esas verdad que uno persigue mientras hace una película
¿Cómo cultivar esa libertad? ¡Qué bonito eso de cultivar la libertad! ¡Me gusta! Para cultivar la libertad en todas las artes hay que dar una pelea muy grande contra el miedo. Hacer esto da mucho miedo, porque hay una exposición muy grande, porque es muy costoso, porque se pasan muchos años haciendo una sola cosa. Después de seis años de trabajo en una sola cosa ya uno se obliga a que salga bien, es un punto donde uno se asusta. Y me parece que con tada la razón. Creo entonces que para cultivar la libertad y dejar que las películas existan como esas películas fueron concebidas hay que tratar de no temer, lo que pasa es que eso es muy difícil. Entonces creo que para que todas esas cosas no asusten hay que cultivar la valentía también y, en esa medida, de pronto cultivamos la libertad.
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Iván D. Gaona. Director de Pariente.
La independencia en el cine es un espíritu que podría estar asociado a la revolución. ¿Revolución de qué? Podría uno hablar de cosas idealistas, pero me parece que en este momento de construcción cinematográfica en el país, como esta especie de nueva ola de creativos que quieren conformar algo que se llame industria, la independencia, y eso traducido en la revolución, es la sensación de que, al no tener una estructura enorme e industrial, podemos todavía proponer desde diversos ángulos, la forma cómo debemos contar las historias de nuestro país a través de la cinematografía. Esa forma libre de acercarnos a las regiones, a los cuentos, a la memoria oral y escrita es para mí una forma revolucionaria, puede ser idealista pero sirve para que en unos espacios se generen fracturas en la tradición de cómo se ha leído la memoria de los pueblos y se empiece a pensar en una forma de memoria ligada a la imagen y al sonido. En el cine el concepto de la libertad en el cine es un concepto de constantes negociaciones. Mucho más cuando pensamos en construir un espacio autosostenible, que no dependa de la paternidad del Estado. La libertad de alguna manera será siempre el componente complementario de la producción cinematográfica y hará referente al espacio creativo y genuino de la creación de las ideas y este espacio creativo que se traduce en el guion, en las historias, y en convocar un equipo en proponer, en diseñar una película. Me parece que en este mundo hemos aceptado unas reglas de juego y tenemos que crear contenidos que nos inquieten todo el tiempo, que discutan la contemporaneidad en la que estamos pero al mismo tiempo ese componente creativo libre necesita una estructura muy grande que a veces parece que apabullara esa sensación de libertad Y ese camino a construir una industria también genera una sensación, un temor, porque yo siento que esa libertad creativa empezaría a condicionarse por la efectividad financiera de los productos. Esa será una batalla amable que nunca cesará y lo que le ha dado equilibrio a la Historia del cine, donde mundos todo el tiempo compitiendo. Será la labor de nosotros los creadores defender ese espacio libre de creación.
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Johnny Hendrix Hinestroza. Director de Chocó, Saudó y Candelaria. ¿Qué es el cine independiente? Creo que no hay cine independiente porque uno siempre tiene una postura. Decir que es independiente porque uno hace lo que quiere, o hace lo que quiere contar, me parece que es equivalente a decir que, digamos, uno no tiene fronteras y yo creo que uno siempre tiene fronteras:son las alineaciones que uno tiene a nivel personal. Por eso no creo que haya un cine independiente o no tan independiente como la gente cree. Ahora bien, lo que normalmente llamamos cine independiente es el cine que económicamente no es financiado por grandes industrias, pero al final es financiado por gobiernos, por entes privados, siempre tiene una financiación y desde esa financiación hay una postura que te permite o no te permite hacer o decir determinadas cosas. La libertad en el cine es cuando un guionista se vuelve director y es productor de su propia película. Ahí es donde logra ser libre. En el momento en que vos dejás de pensar en las determinaciones de los otros y empiezas a hacer las historias que te gustan, quizás a darle voz a un pueblo que no la tiene, en ese momento estás rayando la libertad. No es que seas libre del todo, porque siempre hay una postura que te amarra, pero intentas.
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Le preguntamos a un grupo de cineastas colombianos, a un canadiense y a un mexicano, sus opiniones sobre el término independencia en el cine. En principio les dimos estas tres preguntas: ¿Qué es el cine independiente?, ¿qué se entiende por libertad en el cine?, ¿cómo cultivar esa libertad?
William González. Fue asistente de dirección en La estrategia del caracol. Su primera película es La sargento Matacho.
La categoría de Cine Independiente se utilizó inicialmente para agrupar a aquellas películas realizadas por fuera de los grandes estudios y de bajo presupuesto, que permitían a cierto tipo de realizadores una mayor libertad creativa. Autores como John Cassavetes, Jim Jarmusch y Orson Welles, por nombrar sólo a algunos, se marginaron voluntariamente (o a regañadientes) y realizaron varias de sus películas por fuera de la industria del cine norteamericano, logrando así una independencia para manifestar sus obsesiones a través de narrativas no tradicionales, tanto temática como estructuralmente. Alejados de la tiranía del cine comercial lograron una mayor libertad de expresión. Ahora bien, dado que en Colombia no existe una industria cinematográfica ¿de qué se puede independizar el cine colombiano? Si acaso puede hacerlo del desequilibrio y la falta de oportunidades en los procesos de distribución y exhibición, buscando otros espacios de difusión para sus obras, accediendo y/o creando circuitos alternos para proyectar sus películas. ¿Qué tienen de censurable, por ejemplo, los despectivamente llamados “festivales de garaje ̈? ¡Allí hay espectadores! Una película puede ser, pretenciosamente si se quiere, una obra de arte, pero en primera instancia es un acto de comunicación y es entre el público donde encuentra finalmente su razón de ser. Y es ahí cuando definitivamente, como diría José Agustín, “nuestro lente se llena de gozo”. Por supuesto que a los festivales hay que exigirles un cierto nivel de calidad pero, sin duda, la mejor manera de lograr algo decente es intentarlo e intentarlo. “Así tengan un espectador en la sala, hagan y vuelvan a hacer” decía Jerry Lewis.
La sargento Matacho, de William González
¿Cuál sería entonces actualmente el cine “industrial” en nuestro país, en contraposición a un cine “independiente”?, ¿acaso el que cuenta con la colaboración de los canales de televisión o de la más importante distribuidora nacional?, ¿aquellas películas que han contado con el apoyo del FDC? Difícil afirmar tal cosa. Hasta hace relativamente poco en Colombia se podía saber “quién, cómo, dónde y con quién” se estaba realizando una película. Ya no. A veces ni siquiera es posible verlas porque salen rápidamente de cartelera. Este auge de producciones es, para mí, la mejor manifestación de libertad en la producción cinematográfica en Colombia. Los directores más veteranos deben codearse en busca de espacios de exhibición con una nueva generación de talentosos realizadores, lo cual complica las cosas porque no hay cama pa ́tanta gente. Sin duda, eso es beneficioso porque nos prepararía, si se encontrasen salidas claras para la exhibición y comercialización, para el robustecimiento de una cinematografía plural, imaginativa y con voz propia, rica culturalmente, que aporte algo, que genere diálogo, que conmueva, que asombre, que descubra, que desconcierte, en fin, que entretenga si se quiere, aunque el “que los entretenga su madre” también valdría. Ese sería pues, el norte de un cine libre, en concordancia con el espíritu y la filosofía de los maestros del Cine Independiente (¡y de los otros! porque hay mucho que admirar de los grandes maestros del buen cine comercial). Nuestra cinematografía debe estar atenta y ser vigilante de esa libertad. Ahora bien, la búsqueda de una libertad creativa no debe esconder la mediocridad y la franca estupidez, sustentada en las falsas premisas de un cine de autor mal comprendido o unas neo-narrativas que ni son neo ni son narrativas. Es un malentendido muy peligroso, según el cual cualquier insulso universo personal (¿libre?) genera una “obra cinematográfica trascendente” y, como si fuera poco, se desdeña formas narrativas más clásicas por considerarlas convencionales o académicas. Pienso que nuestras películas, por una parte, no deberían sustentarse, como a menudo sucede, en una pericia de realización visual que desconozca que los elementos esenciales de una película deben estar, de alguna manera, supeditados a una dramaturgia (clásica o no, ahí el problema se vuelve otro). Por otra parte, creo que la realización cinematográfica debe trascender la historia misma y no limitarse a “echar el cuento”, lo cual es otro de los asuntos que aquejan a nuestra “libertad cinematográfica”.
Desde los años 70, cineastas colombianos inauguraron la participación de nuestro país en importantes festivales internacionales como el de Cannes (Ciro Durán, Pepe Sánchez, Francisco Norden, Víctor Gaviria, entre otros). Con el aumento de la producción en Colombia esa participación ha crecido, con notables películas (cortos y largos) que han puesto a la mirada internacional sobre nuestro cine. El beneficio inmediato, más allá de la muy meritoria participación y de los premios obtenidos, es el interés de nuevos inversionistas y las puertas abiertas de distribuidores y exhibidores en todo el mundo. Pero habría que señalar que, con esa apertura, también se corre el riesgo de que nuestras historias, nuestras obsesiones, nuestra visión del mundo, nuestro imaginario, cambie por el que quieran imponer las cinematografías extranjeras o cierto tipo de festivales y curadurías sesgados hacia una serie de estereotipos sociales, políticos y culturales. Bienvenidas sean pues las libertades de géneros como Amazonas y su conmovedora mirada a las relaciones familiares, esas ficciones desconcertantes y delicadas como La Sirga, Cord, La Defensa del Dragón o Adiós Entusiasmo, esas divertidas animaciones como Tiempo, El Libro de Lila o Virus Tropical. Que vengan pues todos los cortos y largos de cualquier género para una larga y libre vida al cine colombiano.
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La torre, de Sebastián Múnera
Sebastián Múnera. Director de La torre
¿Qué es el cine independiente? No sé si exista tal cosa. No conozco alguna película o a alguien que sea independiente completamente. Siempre hay dependencia, en el cine, en el arte. Más allá del tema del dinero, se depende del Otro, y más allá de eso, de las ideas que al cineasta le apuran, lo motivan. Hay quizás un búsqueda a ser menos dependientes de agentes externos, tener la posibilidad y correr el riesgo de mediar esos agentes externos con los deseos internos es el camino que emprende el que quiere decir algo. Podría decir que el “cine independiente” es como una utopía necesaria, una fantasía común, en ese rumbo nos embarcamos, pero tal lugar o forma, realmente no existe. La discusión sobre la calidad de las películas de los grandes recursos económicos en comparación con las películas que se hacen con la plata de la alcancía ya no tiene cabida, el cineasta buscará siempre hacer su película como la sueña, las ganas de crear una imagen no deberían ser arrebatadas por nada.
¿Qué entiende por la libertad en el cine? El cineasta es siempre un esclavo de la realidad, eso lo sabemos todos, pero para mí, la libertad es algo muy cercano al arrebato, es decir, cuando tienes una intuición sobre una imagen que deseas, te metes ahí completamente y adentro ya es muy difícil explicarle a otros por qué lo estás haciendo. Creo que esos arrebatos son fundamentales para que algo suceda con el cine, fugarse de la realidad, esquivar esquemas de producción, al menos por un instante, es una experiencia liberadora.
¿Cómo cultivar esa libertad? De la independencia a la libertad...quizás hay que dejar de ser menos independiente y crear con más libertad. Es algo difícil, pues no siempre la libertad es liberadora, por eso creo que el mejor lugar es donde acontece la fuga, como en una membrana que deja salir pero que también regula la entrada. Hay que cultivar precisamente ese lugar de mediación, de intercambio, abrirse y cerrarse constantemente para hacer en lo colectivo. El cine que me interesa es una forma de pensamiento, una forma en constante desarrollo y sin un fin último, las ideas se trabajan una y otra vez, se recrean, se vuelven a pensar. Hablar de una película, verla junto a alguien, provocar un diálogo, eso es lo que propician algunos profesores y los cineclubs que nos quedan.
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Rubén Mendoza. Ha dirigido los largometrajes La sociedad del semáforo, Tierra en la lengua y Señorita María: la falda de la montaña.
¿Qué es el cine independiente? El cine independiente en realidad no existe. El cine, por independiente que se diga a sí mismo, depende de muchas fuerzas y de muchos intereses ajenos, por más pequeño que sea el trabajo que se haga. El sólo hecho de la electrónica que hay detrás de una cámara, de los presupuestos que se necesitan para desarrollar algo, para ponerlo en las pantallas correctas, etc. Por tanto, no existe el cine independiente. Lo que sí existe, es un espíritu de independencia, que es la fuerza de no negociar ciertos principios, de ser capaz de hablar cuando lo necesiten los tiempos.
¿Qué entiendes por la libertad en el cine? Para mí la libertad en el cine tiene que ver básicamente con que la voz de uno, a la orilla que esta pertenezca, pueda tratar de emprender el viaje hacia lo que hay que decir, sin casarse con ningún compromiso. También tiene que ver con considerar la libertad como un cultivo: ser riego, ser semilla, ser fuerza y ser abono de ese cultivo. Asimismo, hay que entender la libertad de manera más amplia, como la que puede liberar a muchos otros. La libertad es la fuerza y el motor del cine desde la orilla en la que yo lo veo. Pese a todos los intereses que existen y las condiciones para poder hacer cine, tiene que haber una fuerza más grande que hace que las películas pasen, que se vuelvan realidad, que sean libres de ataduras, que no vayan a dejar de existir por falta de presupuesto, sino que existen por la seguridad de que están en la orilla de la libertad.
¿Cómo cultivar esa libertad? El cultivar esa libertad proviene de algo en el instinto, en la letra, no se puede fingir, quien ama la libertad, no está contento con estos tiempos y es un rebelde, está en ese proceso de cultivo.
Tierra en la lengua, de Rubén Mendoza
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Pascal Plante. Director canadiense. Visitó el país gracias al estreno de su primera película Falsos Tatuajes.
¿Qué es la independencia en el cine? Por ejemplo, en el caso de Falsos tatuajes tuvimos subvenciones públicas, es así como funciona en Canadá, pero no tenía a nadie mirando por encima de mi hombro, o interfiriendo en mis decisiones de casting o en mis decisiones estéticas así que para mí eso es la independencia, ser capaz de hacer la película que queremos, manteniéndonos íntegros y fieles a lo que queremos. Al final, se debe buscar que le guste a uno mismo y después la gente será capaz de reconocer eso, de ver si hemos hecho las cosas de manera íntegra y con el corazón. Eso es lo que es la independencia para mí.
¿Cómo definir la libertad en el cine? Los jóvenes cineastas tememos dar un salto al vacío, por ejemplo, algunos van a escoger hacer tomas tradicionales que ya han estado probadas en el pasado y van a temer explorar otras posibilidades. Muchas veces los límites se los ponen los propios artistas, entonces, creo que la libertad es no tener temor de explorar nuevas maneras y formas de contar una historia, de hacer las cosas y no necesariamente seguir un modelo por inseguridad. Toca ser libre pero, y esto es muy importante, toca también asumir las decisiones que se toman.
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Nicolás Van Hemelryck. Productor, director. En su filmografía destaca el documental Amazonas. Ahora lidera la iniciativa de distribución alternativa DOC:CO
¿Qué es el cine independiente? El concepto de cine independiente varía según el contexto y normalmente tiene dos componentes: producción y contenido. En cuanto a producción, en EEUU es el cine que se hace fuera del circuito de las grandes productoras. En Europa, no es tan usual. En Colombia se parece al concepto gringo: cine independiente son las películas que se hacen por los mismos realizadores o por micro-productoras, sin el apoyo (o el músculo) de una casa productora o de un canal. En cuanto al contenido, son producciones que no obedecen a una búsqueda comercial, sino a una artística, política, social, conceptual, o una mezcla de las anteriores. Es un cine que nace del deseo de los creadores y se hace contra la corriente.
¿Qué entiende por la libertad en el cine? La libertad en el cine es infinita: ahí sí, el límite es la imaginación. Y como en la vida, la libertad tiene muchos limitantes: el presupuesto, la ética, la distribución, pero básicamente la imaginación... La creatividad se gesta en ese espacio: hacer posible una película a pesar de las limitantes, llevando la libertad (y el deseo) del creador a su máxima expresión: crear la mejor película posible.
¿Cómo cultivar esa libertad? Para cultivar esa libertad es necesario desarrollar el proyecto lo máximo posible antes de adelantar la producción. Entre menos desarrollado el proyecto, menos libertad de alcanzar la película que urge desde el deseo, pues una vez rodado, es muy difícil cambiar la marcha. Mientras que, si se alcanza la maduración conceptual antes del rodaje, el resultado será más potente, menos demorado, más barato, y, en última instancia, más cercano al deseo del creador. Para esto es imprescindible que haya una dupla fuerte director-productor, pues esta es el corazón de la creación cinematográfica, y entre más sólida sea, no solo será mejor el resultado, sino que llegará más lejos.
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Josephine Landertinger. Directora de Home: El país de la ilusión. Nueva programadora del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias.
¿Qué es el cine independiente? El cine independiente es el que busca sus propios caminos tanto en las historias que cuentas, como en las maneras de producir así como las firmas de llegar al público. El cine independiente es que lo tiene una línea establecida. Creo que eso es la libertad que al mismo tiempo es un reto, pues sobretodo la financiación de este tipo de películas a veces se torna muy complejo y demorado. Hacer un largometraje puede durar de 3 a 5 años. Cuando crees en tu historia, siempre terminas logrando contarla. Pero no es un camino fácil. Creo que poder tener libertad de crear historias distintas también tiene que ver con el apoyo que reciben los artistas/creadores en forma de oportunidades de becas y estímulos. Hemos tenido un respaldo importante en este sentido en los últimos años que no se puede perder. Al final de cuentas, el cine independiente crea historia, memoria y cultura y siempre debería tener un valor especial en la sociedad.
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Franco Lolli. Director de los cortometrajes Como todo el mundo y Rodri. Su primera película es Gente de bien.
¿Qué es el cine independiente? Yo creo que el cine independiente es el cine que se hace a partir del director , el autor, el guionista, y no a partir de la industria y lo que la industria pide para darle a los espectadores. Es decir, un cine que nazca de uno y no de alguien más.
¿Qué entiende por la libertad en el cine? La libertad en el cine no existe porque el cine por definición está enfrentado todo el tiempo a la materia, a la realidad y la realidad limita la libertad por todas partes. De alguna manera, y esto contradice un poco lo que dije antes, cualquier cine está sujeto a la historia, a la industria, porque todo el cine, así sea el que se hace con 200 pesos, entra en un circuito económico, entonces no hay libertad total jamás. Después, la libertad en el cine es la que uno decida tener, yo doy un ejemplo mío que es muy tonto, yo necesito siempre tiempo de rodaje, lo que se usa en películas como las mías la gente lo rodaría en cinco semanas y se daría por bien servida. Yo necesito siete, ocho semanas. Lo más caro que hay en el cine es el tiempo, y entonces, al final, yo, como necesito esa libertad de rodaje, termino gastándome mucha más plata que la que se gastaría una persona lógicamente constituida o económicamente pensante, y esa es mi libertad. En el cine, es tomar las decisiones en función de lo que yo necesito como autor para lograr la mejor película posible y no lo que la industria impone como necesidades.
¿Cómo cultivar esa libertad? Eso es, creo, una cosa difícil con el tiempo. A mí me da la sensación de que hay más libertad en los cortometrajes, en las óperas primas, luego esa libertad o puede perderse completamente o puede, al contrario, volverse gigantesca. Se me ocurre, por ejemplo, Scorsese, que cuando hace El lobo de Wall Street es totalmente libre en el sentido en que su mente es totalmente libre, no se impone ningún tipo de regla, ningún tipo de barrera o de camisa de fuerza, él está tranquilo, libre y feliz, porque ya no le importa ganar o perder, le importa que la película quede bien pero no depende del éxito de nada, y, al no depender del éxito de nada, es completamente libre. Yo creo que de pronto es esa la forma de estar pegado a una libertad, es no pensar si a la película le va bien o mal, no depender de ese éxito sino hacer lo que uno siente que a uno le va a gustar, y si eso funciona pues funciona. Para cultivar esa libertad hay que estar o pegado a lo que era uno como espectador, o a su idea inicial, o simplemente olvidarse de todo el mierdero que hay alrededor del cine, que es muy grande: la plata, los tiempos, la gente, hacer como si todo eso no existiera y para eso toca estar o muy al principio de la carrera o, como Scorsese, muy al final. Lo más difícil, creo yo, es en una tercera, cuarta o quinta película, cuando la industria le empieza a pedir a uno otra cosa porque a todo el mundo, bueno, no a todo el mundo pero a mucha gente, le dan la oportunidad de hacer una primera película, una segunda se la dejan hacer, la tercera no necesariamente y de ahí en adelante es donde la gente empieza a conceder más, seguramente hasta de manera inconsciente. Entonces, creo que para mantener esa libertad hay que estar dispuesto a nunca volver a hacer cine.
Gente de bien, de Franco Lolli
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Diego García Moreno. Documentalista. En su filmografía sobresalen títulos como El corazón y Las castañuelas de Notre Dame.
¿Qué es el cine independiente? Si estuviese en Hollywood sería facilísimo responder: cine independiente es aquel que no es producido por los poderes económicos dominantes, y, por lo tanto, formalmente no tiene que ceñirse a las normas de los formatos exigidos para entrar en los circuitos oficiales de distribución; el que, a sabiendas de que no está hecho para consolidar poderes, experimenta hasta encontrar estéticas que reflejan una visión particular y representa una propuesta de libertad... Estando en Colombia, donde hacer cine es una proeza, la respuesta podría utilizar las mismas palabras... pero siento que al pronunciarlas titubeo, gagueo, porque el poder económico es, en general, una subvención añorada; la distribución en cualquier circuito un sueño que te oficializaría el título de cineasta que tanto anhelas; porque al hacerlo -el cine- más que pensar que con tu película consolidas poderes externos, estás demostrando que el gran valor está en poder realizarlo más allá de demostrarte que tu propuesta ha tenido el tiempo de encontrar estéticas que reflejan una visión particular y representan una propuesta de libertad... vaya lujo. Titubeo porque en estos parajes del mundo, tan distantes de los grandes centros de poder, la independencia es un gesto político que busca otros caminos donde están implicadas las herramientas de su producción, la reflexión para su creación, la metodología para llegar a públicos donde incluso la palabra cine no tiene el mismo sentido; donde el lenguaje audiovisual hace su esfuerzo por encontrar relatos y formas que logren darle ese peso que, uno cree, puede tener en la construcción de una sociedad, ya sea como crítica o entretenimiento sublime. Cine independiente, por estos lares, es un fascinante y muy riesgoso gesto de vida marginal en pro de una anhelada, quizás utópica, libertad colectiva.
¿Qué entiende por la libertad en el cine? Para ser cineasta se necesita ser cine-dependiente. Uno hace cine porque le fascina el cine... ¡Y son tantos los cines! Uno es naturalmente dependiente por amor al cine; pero, por dentro, uno busca desesperadamente una identidad que haga sentir que tu cine nace en tus entrañas y que está enraizado en tus necesidades, en tu entorno y en tu tiempo, en tu problemática y en tus dichas, que tiene tanto de tus dudas y temores como de tu propio ritmo y sus inevitables taquicardias, que cuando logras mirarlo en el tiempo, con la distancia de un espectador empedernido, sonríes, sientes que algo le falta, pero por allá en el fondo sientes que hay una sensación de independencia que te permite decir decir ¡soy libre! Extraña paradoja: Disfrutando la dependencia nacen gritos de independencia.
¿Cómo cultivar esa libertad? Mi abuelita decía: “Para que esa matica no muera hay que echarle agüita todos los días... pero no vaya a ahogarla, mijito. La independencia es, a veces, escoger su propia dependencia. Tener conciencia de ella y volverla sustancia de ese sancocho que cocinas con ingredientes propios y ajenos para lograr un cine con sabor particular. Hay ejercicios para practicar cada mañana. Por ejemplo, al levantarse repetir 7 veces en tres tandas: No quiero depender más de... Seguramente, al terminar la segunda tanda, dirás: ¿Seré capaz de no depender? Es normal, ya sabes que para ser libre tienes que arar varias parcelas: La independencia mental, la independencia formal, la independencia filosófica y, querámoslo o no, la independencia económica. Pero ten en cuenta que la independencia no es cuestión de simple voluntad. La libertad es una extraña mezcla de razón y de intuición. Debes propender a que tu razón se controle a sí misma para que tu intuición vuele. Una amiga muy querida y realista me aconsejó un día que, para que pudiera producir libremente, lo primero que debería hacer era volverme rico o que consiguiera un mecenas. ¿Habrá realmente un cine independiente en Colombia? A ver, busquemos lo que dicen sobre la Independencia en la Real Academia de la Lengua .
1. f. Cualidad o condición de independiente
2. f. Libertad, especialmente la de un Estado que no es tributario ni depende de otro.
3. f. Entereza, firmeza de carácter.
Ya cada cual hará su evaluación y dictaminará su veredicto.
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Carlos Reygadas. Ha dirigido los largometrajes Japón, Batalla en el cielo, Luz Silenciosa, Post Tenebras Lux y estrenará pronto Nuestro tiempo.
¿Qué es el cine independiente? El cine independiente es aquel que no depende de los grandes estudios quienes tienen intenciones de mercado que trascienden la intención creativa de un director. Pero esta es solo una acepción tradicional. La realidad es que mucho cine que no depende de esos grandes estudios tampoco es un cine donde la expresión del director sea prioritaria. Las ganas del triunfo comercial y la autocensura hacen de este cine, independiente de los grandes estudios, dependiente de otros factores muy similares. Para mí, el cine genuinamente independiente es aquel en el que el director se expresa con libertad y de manera genuina y personal para mostrarnos su manera de sentir la existencia. La libertad en el cine más que independencia requiere una visión y una intuición muy claras el autor y mucho valor para ejercerlas. La libertad es carácter. Ante todo alimentando el gusto personal, la reflexión y la fortaleza interior. Y sabiendo bien dentro que, a la hora de crear, la intuición siempre va delante de la razón.
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Andrés Burgos. Director de Sofía y el terco y Amalia, la secretaria.
¿Qué es el cine independiente? Creo que en nuestro contexto, donde no hay una industria predominante y permanente, ni un aparataje que encauce en un gran flujo de películas todos los esfuerzos -incluso aquellos que podrían entenderse como intentonas de gran presupuesto y público masivo-, es el cine de apuesta en contra y de acto de fe.
¿Qué entiende por libertad en el cine? La entiendo como acercarse lo más posible -porque llegar completamente es una falacia- a esa película que se lleva dentro, esa película que pide para sí misma un vestido, cualquier que este sea. La libertad está en poder elegir, en dejarse elegir, sin que importen dogmas, tendencias o ámbitos de exhibición que puedan ir en contravía del espectro que podría tener la película. No me voy a meter en honduras conceptuales, pero a veces hay empaques que se han entendido tradicionalmente ligados a la libertad y que terminan -a mi modo de ver- constriñendo los temas y las formas. El dogma y la uniformidad me parecen dañinos.
¿Cómo cultivar esa libertad? Yo creo que cada quien la cultiva como puede y eso mismo, esa particularidad, termina siendo una materialización misma de la libertad. Es decir, creo que es bueno hacerse las preguntas ¿Qué película quiero hacer? ¿Cómo la quiero hacer? Y responderse con absoluta honestidad. Mientras más cerca permanezca uno del epicentro de esos objetivos, estará rondando la libertad narrativa. La complejidad está, diría yo, en que el cine siempre termina muy enlazado con la vida y no son necesariamente equivalentes y equilibrados: el cine a veces te puede devorar la vida y viceversa. Pero en eso mismo está la gracia.
Sofía y el terco, de Andrés Burgos
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Alexander Giraldo. Director de 180 segundos y Destinos.
¿Qué es el cine independiente? Se trata de una producción realizada fuera de un sistema industrial. No apela a un esquema determinado. Es un tipo de cine que hace búsquedas. Podría ser de bajo presupuesto, pero también podría desarrollarse a partir de grandes inversiones, la clave de un cine independiente es ser autónomo. El Cine Independiente representa sectores sociales ausentes de la producción estándar. Desafía al público. Parece ir en contra de la tradición estética, temática y de producción que se espera. Esto para tender a cierta libertad creativa, temática y presupuestal.
¿Qué entiende por la libertad en el cine? Creo que es el momento en que el cine se aleja del dominio de la literatura y se concentra en un lenguaje propio. Por otro lado, la libertad en el cine está relacionada específicamente con el punto de vista particular del director. Una mirada especial del mundo, una forma personal, más cercano al concepto de "autor" que al de director.
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Catalina Arroyave. Prepara su ópera prima, Los días de la ballena.
¿Qué es el cine independiente? En primer lugar pensaría que le cine independiente como es entendido por las mayorías se tiene a asociar con un cine, pienso en lo que podría decir mi familia, que es aburrido, que está hecho para unas minorías, para los intelectuales, las élites. Y creo que esto obviamente viene de la idea de que los estudios solamente han históricamente apadrinado películas bastante clásicas. Y de ahí viene el concepto del cine independiente, del cine que no hacía dentro de los estudios. Pero para mí, el cine independiente es un cine que responde a unas inquietudes de un equipo de trabajo, porque si algo que yo creo firmemente es que las películas nunca son del director, son siempre de un equipo que está buscando acercarse a una temática, a unos personajes a un universo porque como equipo hay una inquietud respecto a eso. Y creo que el cine independiente es el cine de los guerreros, que se ponen la camiseta de tratar de encontrar esas respuestas a esas inquietudes a través de el penoso y hermoso camino de hacer una película. También creo que es el espacio donde hay más cabida al cine que está concebido como arte, a pesar de que en el cine más industrial hay obras de arte, en el cine independiente hay una vocación artística, una vocación de construir, de hacer, de dedicarle el tiempo y el dinero que eso necesita, de guerrear hasta que uno solito se consiga el dinero para hacer todas las cosas que necesita una película. Entonces me parece que es el cine que más se arriesga, que más propone, que más intenta. Y por lo tanto es el terreno donde uno se puede encontrar con piezas, a mi juicio, más valiosas.
¿Qué entiende por libertad en el cine? Uno en el cine tiene muchas limitaciones, muchas. Siempre me ha impresionado cómo es de difícil hacer cine, donde yo me tengo que enfrentar al clima, al dinero, al equipo, a la sensibilidad de los otros, al mal genio de uno, a la enfermedad. Pensaría uno que entre tantas limitaciones
es difícil ser libre. Creo que las películas más libres son las películas más honestas, las que son fieles hasta el final a los personajes que quieren contar, a la pregunta que se está haciendo la película, a pesar de que eso pueda incomodar a las audiencias. También hay un asunto de la libertad que en ciertas películas se pierde porque es frustrante haber invertido tanto dinero en algo que no se recupera entonces a veces me he encontrado también con estas discusiones, en el proceso de montaje, en donde decimos: qué tal si perdemos un poco de libertad creativa, pero nos aseguramos de que esto sea de x o y manera para que la audiencia se conecta más Entonces creo que las películas más libres son las que se mantiene fieles a el propósito de descubrir esas verdad que uno persigue mientras hace una película
¿Cómo cultivar esa libertad? ¡Qué bonito eso de cultivar la libertad! ¡Me gusta! Para cultivar la libertad en todas las artes hay que dar una pelea muy grande contra el miedo. Hacer esto da mucho miedo, porque hay una exposición muy grande, porque es muy costoso, porque se pasan muchos años haciendo una sola cosa. Después de seis años de trabajo en una sola cosa ya uno se obliga a que salga bien, es un punto donde uno se asusta. Y me parece que con tada la razón. Creo entonces que para cultivar la libertad y dejar que las películas existan como esas películas fueron concebidas hay que tratar de no temer, lo que pasa es que eso es muy difícil. Entonces creo que para que todas esas cosas no asusten hay que cultivar la valentía también y, en esa medida, de pronto cultivamos la libertad.
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Iván D. Gaona. Director de Pariente.
La independencia en el cine es un espíritu que podría estar asociado a la revolución. ¿Revolución de qué? Podría uno hablar de cosas idealistas, pero me parece que en este momento de construcción cinematográfica en el país, como esta especie de nueva ola de creativos que quieren conformar algo que se llame industria, la independencia, y eso traducido en la revolución, es la sensación de que, al no tener una estructura enorme e industrial, podemos todavía proponer desde diversos ángulos, la forma cómo debemos contar las historias de nuestro país a través de la cinematografía. Esa forma libre de acercarnos a las regiones, a los cuentos, a la memoria oral y escrita es para mí una forma revolucionaria, puede ser idealista pero sirve para que en unos espacios se generen fracturas en la tradición de cómo se ha leído la memoria de los pueblos y se empiece a pensar en una forma de memoria ligada a la imagen y al sonido. En el cine el concepto de la libertad en el cine es un concepto de constantes negociaciones. Mucho más cuando pensamos en construir un espacio autosostenible, que no dependa de la paternidad del Estado. La libertad de alguna manera será siempre el componente complementario de la producción cinematográfica y hará referente al espacio creativo y genuino de la creación de las ideas y este espacio creativo que se traduce en el guion, en las historias, y en convocar un equipo en proponer, en diseñar una película. Me parece que en este mundo hemos aceptado unas reglas de juego y tenemos que crear contenidos que nos inquieten todo el tiempo, que discutan la contemporaneidad en la que estamos pero al mismo tiempo ese componente creativo libre necesita una estructura muy grande que a veces parece que apabullara esa sensación de libertad Y ese camino a construir una industria también genera una sensación, un temor, porque yo siento que esa libertad creativa empezaría a condicionarse por la efectividad financiera de los productos. Esa será una batalla amable que nunca cesará y lo que le ha dado equilibrio a la Historia del cine, donde mundos todo el tiempo compitiendo. Será la labor de nosotros los creadores defender ese espacio libre de creación.
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Johnny Hendrix Hinestroza. Director de Chocó, Saudó y Candelaria.
¿Qué es el cine independiente? Creo que no hay cine independiente porque uno siempre tiene una postura. Decir que es independiente porque uno hace lo que quiere, o hace lo que quiere contar, me parece que es equivalente a decir que, digamos, uno no tiene fronteras y yo creo que uno siempre tiene fronteras:son las alineaciones que uno tiene a nivel personal. Por eso no creo que haya un cine independiente o no tan independiente como la gente cree. Ahora bien, lo que normalmente llamamos cine independiente es el cine que económicamente no es financiado por grandes industrias, pero al final es financiado por gobiernos, por entes privados, siempre tiene una financiación y desde esa financiación hay una postura que te permite o no te permite hacer o decir determinadas cosas. La libertad en el cine es cuando un guionista se vuelve director y es productor de su propia película. Ahí es donde logra ser libre. En el momento en que vos dejás de pensar en las determinaciones de los otros y empiezas a hacer las historias que te gustan, quizás a darle voz a un pueblo que no la tiene, en ese momento estás rayando la libertad. No es que seas libre del todo, porque siempre hay una postura que te amarra, pero intentas.
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